Michel Temer asumió la presidencia de Brasil, en una ceremonia en el mismo Senado que este miércoles condenó a Dilma Rousseff y puso fin a los gobiernos de la izquierda en el gigante sudamericano.

En un acto breve, Temer, de 75 años, ex vicepresidente de Rousseff y ahora su enemigo jurado, juramentó el cargo hasta 2018, ante los mismos senadores que por 61 votos (de 81) condenaron y destituyeron a la exguerrillera.

Rousseff, visiblemente afligida, no tardó en reaccionar, sin nunca perder la compostura: "condenaron a una inocente y consumaron un golpe de estado parlamentario".

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El Senado rechazó, sin embargo, en una segunda votación la propuesta de que Rousseff, de 68 años, quedara inhabilitada para ejercer cargos públicos.

El voto cierra una sangría política que desde hace nueve meses mantiene en vilo a la mayor economía de América Latina, en vías a su peor pérdida de riqueza en 80 años y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.

Y es un final trágico para la primera mujer que llegó a la presidencia de Brasil, suspendida en mayo tras ser acusada de violar las normas fiscales del país.

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Las maratónicas deliberaciones en el Senado reflejaron más una rabia por la gestión de Rousseff que por los crímenes por los que fue condenada.

"61 senadores sustituyeron la voluntad expresa de 54,5 millones de votos. Es un fraude contra el que vamos a luchar en todas las instancias posibles", afirmó Rousseff. (I)