En el pórtico de una vivienda en el sector la Fragata, al sur de Guayaquil, más de una docena de colombianos rodea una mesa donde disfrutan al aire libre de un juego de damas chinas. Atrás de ellos, de una cocina, un joven sirve empanadas y tintico (café) a otros compatriotas.

Al tocar el tema sobre la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, la sonrisa colectiva cambia por la seriedad, al recordar por lo que tuvieron que pasar. La mayoría ve el cese al fuego con escepticismo.

Germán G., quien salió hace cuatro años de Tulúa, sigue la resolución del conflicto por medios colombianos junto con su pareja, la caleña Daniela D., con quien se conoció en Guayaquil y tiene a su primer hijo, Juan Diego, de dos años. Ambos ya llevan su vida en Ecuador con un negocio de parrillada.

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Como ellos, varios grupos de colombianos llevan su vida en la Fragata, donde conviven compartiendo entre ellos, alejados de la zozobra y violencia que enfrentaron en su país.

Allí, con un tintico caliente en vaso plástico, los hermanos Darwin (33) y Andrés R. (30) recuerdan Buenaventura, de donde salieron hace cuatro años a Guayaquil por la desaparición de varios conocidos. Acá siguen su oficio de mecánicos en un taller. “Si vas a un barrio ajeno (en su lugar natal) puedes desaparecer o te averiguan todos tus antecedentes para soltarte”, dice Darwin, residente en el Guasmo con 15 familiares.

Cerca de ese rincón vive Fabio Santos, quien en los exteriores del departamento que alquila ofrece productos, como arepas, yogur, queso y muebles de madera. Se asentó en la Fragata en el 2009, luego de ‘escapar’ de la misma ciudad de Germán. “Todos los días hay muertos y no se puede trabajar tranquilo, porque los obligan a refilar (aporte extorsivo)”, dice.

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Llegó solo, sus hijos de 19 y 16 años se cambiaron a otra ciudad colombiana y hace un mes llegaron a pasar vacaciones por tres meses. Él tampoco confía mucho en el acuerdo de paz y no planea regresar a su país, al menos hasta confirmar que de verdad cambie la situación.

Tanto él como otros colombianos coincidieron en sentirse discriminados por algunas personas que los encasillan a todos los de ese país como “guerrilleros o narcotraficantes”.

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“Me mataron a mi hermano y a un sobrino y perdí más de 12 millones de pesos”, narró un integrante de la Asociación de Refugiados Colombianos en Durán, quien sostuvo que por el momento no planea regresar a su tierra, ya que el acuerdo no incluye a todos los grupos que presuntamente operan en su país. Como él, Daniela D. añade que “todo colombiano espera que el país mejore”.

A su vez, a la lista se suman colombianos que llegan a radicarse a la ciudad, como David, quien vino hace un año con su esposa y dos hijos. Según Cancillería, los refugiados colombianos ocupan el 95% de los 60 mil registrados en el país. (I)

Acuerdo
De paz

Consulta
El presidente Juan Manuel Santos firmó ayer el decreto que convoca a un plebiscito el 2 de octubre para que los colombianos manifiesten su apoyo o rechazo a los acuerdos de paz firmados entre el Gobierno y las FARC.

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Oposición
Varios colombianos, liderados por el expresidente de derecha Álvaro Uribe, hacen campaña por el ‘No’ al considerar que lo negociado da “impunidad” al grupo.