“Estamos ante la concretización de un golpe de Estado”, “no he cometido delito”, “lo que está en juego es el respeto a las urnas, a la voluntad del pueblo y a la Constitución” fueron algunas de las frases que dijo ante el Senado la presidenta suspendida, Dilma Rousseff, y que a juicio de opositores o críticos no hubo “nada nuevo” en esta intervención, que era la última oportunidad de la mandataria para defenderse.

“No dijo nada nuevo. Perdió la última oportunidad que tenía para defenderse”, refirió el líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) en el Senado, Cássio Cunha Lima.

Agregó que Rousseff cometió “un nuevo crimen de responsabilidad” al denunciar un golpe de Estado. Minimizó las palabras de la jefa de Estado y agregó que fue un discurso que “ningún miembro del pleno haría”, publicó infobae.com.

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Rousseff fue acusada de autorizar gastos a espaldas del Congreso y postergar pagos a la banca pública para mejorar las cuentas y seguir financiando programas sociales el año de su reelección y a inicios de 2015.

El testimonio de Rousseff pareció apuntar más a dejar escrito en los libros de historia que su juicio político fue una farsa, que a intentar convencer al Senado contra su destitución, publicó la agencia Reuters.

Durante la jornada, Rousseff fue interrogada casi sin descanso por detractores y aliados bajo la mirada de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), su padrino político y la figura que encarnó el despegue de Brasil, el éxito de la lucha contra la pobreza y el presidente más popular.

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A unos y otros repitió lo mismo: “Soy inocente” y esto es un “golpe de Estado”. La sesión fue maratónica desde que se inició, pasadas las 09:30, con su discurso de más de 40 minutos y terminó en la noche.

Para los partidarios de Rousseff, el testimonio de la mandataria fue firme. “Fue un discurso fuerte por dos factores: habló con el alma y colocó la cuestión democrática por encima de su mandato”, dijo el diputado José Guimarães.

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Los aliados de su exvicepresidente y actual mandatario interino, Michel Temer, a quien la presidenta lo califica de usurpador, aseguran tener entre 60 y 61 votos para garantizar la condena, más de los 54 necesarios, y todas las encuestas coinciden en que solo un milagro evitará la destitución de Dilma Rousseff.

Para los aliados de Dilma, ese milagro puede ocurrir tras su comparecencia.

“Ahora hay que trabajar firme para revertir votos. Estamos exultantes. Es el día en que estamos cambiando el partido”, indicó el senador Lindbergh Farías, uno de los seguidores más fieles de Dilma. (I)