Francisco Vimos, de 44 años, nativo de Guamote (Chimborazo) y con 26 años como transportista de Guayaquil, asegura que prestó $ 3.000 a un banco para solventar las mejoras de su bus de la línea 143, cooperativa Samanes. Gastó $ 2.400 según él en el cambio de piso, instalación de agarraderas y nuevas escotillas, habilitación de bloqueo de puertas y pintura.
Es miércoles 24 cuando él se presenta al censo de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) en los exteriores del Parque Samanes, en el norte. “Si no venía, me quedaba afuera; este es mi trabajo”, dice el hombre, ya aliviado, luego de que los revisores de la ATM aprobaran su unidad, que quedó autorizada para cobrar $ 0,30 el pasaje a partir del 1 de septiembre.
Con una proyección de más de 3.000 buses circulando en la ciudad, pero con una lista de 2.629 unidades reportadas por las 62 cooperativas registradas en Guayaquil, la ATM empezó el 1 de agosto esas revisiones con miras a “una limpieza” en la transportación urbana, describe su gerente Andrés Roche.
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“Había descontrol y anarquía, por eso decidimos hacer el censo que ha destapado y develado esa realidad”, menciona Roche el viernes 26, cuando faltan cinco días para el final del proceso. Entonces de aquellos 2.629 buses reportados, se han presentado 2.001 y de estos, 1.877 han pasado la prueba.
Buses circulando sin haber cumplido con la revisión y matriculación anual, con vida útil (20 años) expirada, placas repetidas, con un mismo disco para diferentes carros constan entre las anomalías. “Por eso es que usted veía buses vacíos por el centro”, expresa Roche, y opina que ese escenario suponía un perjuicio económico para el transportista regularizado.
La proyección de la ATM, de acuerdo con la respuesta de los transportistas al proceso, es que el censo finalice bordeando las 2.200 unidades, cifra por debajo del cálculo inicial de 2.600.
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Fernando Amador, director de Transporte Público, descarta un desabastecimiento. “Lo que va a pasar es que habrá buses más llenos”, estima, y asegura que de ser el caso ampliarían los recorridos hacia zonas afectadas, pero remarca que es un escenario poco probable.
Los buses aprobados recibieron el Registro Único de la Autoridad de Tránsito Municipal (RUAT), más sellos de su nuevo disco de cuatro dígitos. La ATM retirará de circulación, según directivos, a las unidades que no tengan esos adhesivos.
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Una norma a controlar y sujeta a sanción del 10% del salario (equivale a $ 36,6) es que los automotores circulen con las puertas cerradas. La ATM ha emitido 1.100 citaciones en algo más de dos semanas.
Los transportistas, que apoyan la depuración, ven desfavorable aplicar esa norma ante la falta de paraderos que permitan concentrar usuarios en sitios específicos. “En una vía de alta velocidad como la utopista Narcisa de Jesús está bien que se tenga la puerta cerrada, pero en lugares de afluencia como la calle Rumichaca no se puede porque se coge pasajeros cada media cuadra”, opina Néstor Reyes, presidente de la cooperativa Santiago de Guayaquil.
Milton Sánchez, de La Garzota, insiste en los paraderos aludiendo seguridad. “Los accidentes han ocurrido porque el pasajero pisó mal la escalinata o vio la puerta abierta, se quiso subir al vuelo y se cayó”, dice.
La ATM prevé implementar una ruta con paradas del Cristo del Consuelo hacia el centro. Contempla distintas líneas cuyos buses pararán en puntos específicos, según letreros respectivos. Habrá otras dos rutas: a lo largo de las calles Esmeraldas (que conecta el sur con el norte) y Los Ríos (norte-sur).
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“Como ATM vamos con el diseño técnico (...), pero ya el ciudadano no puede decir se me ocurrió parar el bus aquí, el bus no es taxi (...). Tiene que saber que hay un lugar donde lo van a recoger y donde lo van a dejar”, expresa Roche y asegura que la ATM realizará campañas de concienciación. (I)