Corina Torres perdió su casa por los deslizamientos de tierra que se producen por las quebradas El Aguacate y Chiriaco en el caserío Puñapí, cantón Patate, donde se registraron lluvias con mayor intensidad entre junio y julio de este año.

“No se puede estar tranquilos. El otro día con sol, sin lluvia, bajó material. Los días que llueve son más peligrosos”, dijo Torres, quien está viviendo con su esposo y dos hijos en casa de su suegra, mientras espera que las autoridades cumplan con la casa que le prometieron en una zona fuera de riesgo.

Ella también anhela que se termine pronto la limpieza de los terrenos en los que ingresaron piedras y tierra, para volver a trabajar en el agro. Contó que unas 20 familias tendrían daños en sus tierras y viviendas.

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Según Luis Paredes, presidente de Puñapí, en esta comunidad hay preocupación por el material acumulado en la parte alta de la montaña, que podría caer en cualquier momento.

Ahí, maquinarias del Municipio de Patate y de la Prefectura de Tungurahua retiran material de deslizamiento acumulado en plantaciones agrícolas.

La maquinaria también hace más anchas las quebradas y las deja limpias, para facilitar cualquier descenso de material y proteger a las familias que se encuentran en las zonas de riesgo (junto a las quebradas), indicaron funcionarios.

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Para hoy el gobernador subrogante de Tungurahua, Xavier Vásquez, convocó a una reunión con los pobladores de Puñapí, Municipio de Patate e instituciones gubernamentales que conocen del tema, ya que se espera analizarlo y buscar alternativas de solución.

Geovanny Soria, jefe de la Unidad de Gestión de Riesgos del Municipio de Patate, dijo que las familias están siendo censadas para saber cuántas serían las que necesitan un reasentamiento en un sector, que estaría por determinarse.

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Agregó que también se trabaja con otras entidades del Estado para delimitar los cauces de las quebradas, así como para encaminar los procesos de desapropiación de terrenos. (I)