“Ricardo”, 25 años: “En mi caso influyó bastante el entorno en el que estaba. Sabía de drogas pero nunca les había prestado atención. Cuando me cambié de colegio conocí gente que era más abierta y que estaba metida en este ‘trip’ y me dio bastante curiosidad. Quería saber qué se siente fumando, ser como los otros porque me parecía que eran buena onda... No tenía personalidad, carácter, no me amaba a mí mismo.

“La primera vez que fumé marihuana fue en tercer curso. Al inicio no lo hacía por miedo, pero luego quise probar. Era una persona totalmente vacía emocional e intelectualmente, muy inmadura e inconsciente. Estaba viviendo por vivir.

“La marihuana sí te puede llevar a probar otras cosas porque el primer pipazo te puso bien, después son dos, tres, y ya después te fumas un bate, no te hace nada, y tienes que fumarte tres. Es progresivo. La marihuana nunca fue tanto lo mío. A los 19 años conocí a personas que ‘tripeaban’ otras cosas y la coca hizo algo en mi cerebro que me dejó enganchadísimo. Hay personas que prueban y no se quedan metidas y otras que sí. Creo que si no hubiera fumado marihuana igual hubiera probado cocaína, que me llevó a buscar otras drogas como base de coca, crack, ácidos.

Publicidad

“Entré a rehabilitación a los 21. Ya no podía más. Tienes que ir a grupos y alimentarte de las historias que cuentan los adictos para no recaer, fortalecerte, tener conocimiento de a lo que te puede llevar. Escuchas tantas cosas que le llegas a coger hasta miedo y respeto”. (O)