Cuando ingresaron a la universidad solo tenían en mente obtener un título para abrirse paso en el mundo de los negocios, pero al finalizar la carrera, además del diploma se llevaron a casa la satisfacción de haber ayudado a otras personas a través de los planes comunitarios de la entidad en la que estudiaban.

Ellos fueron estudiantes de la Universidad Santa María (USM), cuyo campus en Guayaquil tiene 20 años y es una extensión de la sede central que está en Valparaíso (Chile) y que tiene casi 90 años de creada. 

“Por disposición de ley los alumnos de la USM tienen que realizar 240 horas de prácticas laborales y 160 comunitarias. A ello se tienen que apegar quienes se van a graduar en alguna de las seis carreras de ese entidad: Mercadotecnia, Diseño Gráfico, Negocios Internacionales, Informática, Administración y Economía. Estas son complementadas con espacios de realidad mundial y del país, ética en la empresa y Cátedra de la paz”, indica Martha Pinos, directora encargada de Vinculación.

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Ella añade que los proyectos de vinculación son: Hogar de Cristo, Software Aprende Jugando, Ludoteca José Antón Isaías, vivero USM campus Guayaquil - Árboles Sin Fronteras, Ayuda a pueblo manabita, donación de libros tras campaña Leer te hace libre.

En el proyecto Hogar de Cristo participó hace dos años Yunjoy Jara Lama y un grupo de sus compañeros, cuando era estudiante de Diseño y Comunicación Visual. Entonces tenía 21 años y le tocó crear una marca para un grupo de mujeres que estaban emprendiendo un negocio y tenían la necesidad de contar con una marca.

“Ellas estaban sin saber cómo llevar una marca, cómo promocionarse en el medio, entonces nosotros fuimos gestores de eso, de poder proporcionarles una marca para que ellas puedan introducirse al mercado, ser reconocidas, comenzar a posicionarse dentro de su entorno”, dice Yunjoy.

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Añade que esta fue una experiencia enriquecedora porque además de permitirle ayudar a otras personas, lo puso de cara con dramas familiares muy impactantes, que hasta entonces él pensaba que solo ocurrían en las películas, en las novelas.

Recuerda que muchas de las señoras habían sido víctimas de maltratos. “Lo que hacía Hogar de Cristo es que ellas volvieran a vincularse a la comunidad y al mismo tiempo que pudieran valerse por sí mismas”, señala Yunjoy.

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Cita el caso de una señora a la que el esposo la maltrataba y como ella no había estudiado, le era muy difícil dejarlo y salir adelante sin él. “Ella soportaba el maltrato de su pareja, pero hubo un momento en el que ya no pudo aguantar más el abuso y decidió terminar con este. Hubo el caso de otra señora que tuvo que huir de su país, Colombia, por temor a la guerrilla. Entonces Hogar de Cristo lo que hace es formarlas y darles una especie de talento. Unas hacen zapatos, otras pulseras, artesanías, camisas, bordados”, indica.

Durante la práctica Yunjoy y sus compañeros trabajaron con doce mujeres, estas estaban divididas en tres grupos, unas hacían artesanías, bordados o bisuterías. Al final ellas aprendieron y tuvieron la marca, pero también crearon un lazo de camaradería y afecto con los estudiantes de la USM.

En tanto, Pinos dice que dentro de los planes han trabajado con una fundación de niños que consumían drogas y que ya han salido de esa adicción.

“A ellos se lo capacita. Ya se graduó la primera promoción, ellos terminaron el bachillerato. Los chicos (de la USM) fueron tutores en las materias de Inglés, Matemáticas, Lenguaje y Sociales. La fundación se encarga de buscarles el centro de estudios y nuestros chicos son los tutores”, indica.

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Añade que en la Cátedra de la paz los alumnos de la USM tienen que relacionarse con el prójimo. El año pasado un grupo de estudiantes trabajó con el Centro de Adolescentes Infractoras, que son chicas a las que se busca reinsertar en la sociedad. “Los chicos consiguieron computadoras para que ellas se ayuden con sus clases. Con esa donación el mismo centro les hizo su salita para informática. Este año esperamos tener otro grupo y seguir ayudando”, cuenta Pinos.

Añade que otro plan es el que se realiza en la ludoteca José Antón Isaías, en el hospital de niños Roberto Gilbert Elizalde. “Nuestros alumnos pueden ir de 08:30 a 16:00. Ahí ellos lo que hacen es atender a los niños que se quedan esperando mientras sus mamás están con su hijos que están ingresados. Los cuidan, juegan con ellos”, añade.

Otro de los planes es el de Ayuda al pueblo manabita tras el terremoto ocurrido el pasado 16 de abril. “Hasta ahora se han realizado envíos de víveres, ataúdes, inodoros emergentes, medicinas, agua, colchones, juguetes y pañales a varias poblaciones de Manabí. Se enviaron 150 ataúdes elaborados por los estudiantes. La comunidad de la Universidad Santa María ha trabajado arduo para llevar ayuda, dice Pettinelli. (F) 

Dicen de él Es muy bueno ver cómo los chicos se sienten luego de que regresan de compartir con los niños de la ludoteca del hospital Roberto Gilbert ElizaldeMartha Pinos, Docente de la USM