La Conferencia Episcopal de El Salvador se congratuló el viernes pasado por la derogación de la ley de amnistía general para la consolidación de la paz de 1993, porque abre la posibilidad de la reconciliación al superar la impunidad.

Pese a que la institución eclesiástica sufrió crímenes de lesa humanidad, no pide cárcel para los asesinos, sino que solo quiere que se conozca la verdad y se pida perdón para perdonar a quien corresponda.

“Consideramos que la derogación de la amnistía de 1993 es una valiosa oportunidad para que la sociedad salvadoreña se reconcilie y forje la auténtica paz social”, expresan todos los obispos de El Salvador.

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La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia derogó la ley de amnistía general de 1993, lo que automáticamente dio validez a la anterior amnistía conocida como ley de reconciliación nacional de El Salvador, emitida en 1992.

Los obispos de ese país sostienen que “la diferencia fundamental entre ambas leyes es que la amnistía de 1992 estipula la necesidad de juzgar los crímenes inhumanos que fueron consignados en el informe de la Comisión de la Verdad; mientras que la amnistía de 1993, impidió la justicia en todos los casos, de forma absoluta, irrestricta e incondicional”.

Los obispos piden a los salvadoreños enfrentar esta situación con madurez. (I)