Turquía intentó asegurar ayer a sus ciudadanos y al resto del mundo que no volverá la profunda represión del pasado, pese a que el presidente Tayyip Erdogan impuso el primer estado de emergencia a nivel nacional desde los años 80.

Un legislador del principal partido opositor advirtió que el estado de emergencia creaba “una forma de gobernar que allana el camino para el abuso”, mientras las autoridades toman duras medidas contra miles de personas después del fallido golpe de Estado.

Alemania llamó a que se ponga fin a la medida lo antes posible, mientras que un grupo de abogados internacionales advirtió a Turquía que no use el estado de emergencia para socavar el imperio de la ley y los derechos humanos, apuntando a acusaciones de tortura y maltrato de personas detenidas.

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Al anunciar el estado de emergencia, Erdogan dijo que este durará tres meses y le permitirá a su gobierno tomar rápidas medidas contra quienes apoyaron el frustrado golpe.

Para algunos turcos, la medida generó temor a un posible retorno de los días de ley marcial después de un golpe militar en 1980. Unos 60.000 soldados, policías, jueces y profesores han sido suspendidos, detenidos o están bajo investigación desde que se mitigó el golpe.

A pesar de las restricciones al derecho de manifestación previstas por el estado de emergencia, numerosos turcos recibieron un mensaje de texto firmado “RTErdogan”, en el que se instaba a sus simpatizantes a seguir saliendo a las calles para continuar movilizados.

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“Mi querido pueblo, no abandones la resistencia heroica”, escribió en un mensaje de texto el presidente.

Turquía canceló ayer la Convención Europea de Derechos Humanos durante la vigencia del estado de emergencia “para no entrar en conflicto con sus obligaciones internacionales”, dijo el Gobierno. (I)