Muchos creyeron que la cadena era para presentar un plan económico de emergencia, pues coincidió con el anuncio que hiciera el Banco Central de que el Ecuador ha entrado en una severa recesión económica, con la secuela de desempleo y pobreza que afecta a millones de familias y jóvenes; algo que el Fondo Monetario Internacional ya lo había anticipado. Pero no fue así. La cadena fue para anunciar nada menos que una reforma retroactiva al régimen electoral; y esta vez para golpear la candidatura de Guillermo Lasso. Reforma que ahora vendría introducida mediante una consulta popular y no por la vía parlamentaria. Obsérvese de paso nomás que hace poco se reformó la Constitución permitiendo la reelección indefinida del presidente de la República; y entonces se nos dijo que como dicha reforma era de poca monta –lo que no era cierto como lo demostró Carlos Bernal Pulido– no era necesario hacerla a través de una consulta y menos una constituyente, que habría sido lo correcto. Pero, oh sorpresa, ahora resulta que la dedicatoria contra Lasso sí requiere un plebiscito.

Pero no ha sido la reforma en sí lo que más ha llamado la atención, sino el tono moralístico con el que se pretende esconder la dedicatoria. Al menos la otra dictadura, la de 1976, cuando impuso la famosa dedicatoria contra Assad Bucaram, fue menos hipócrita y no se anduvo por las ramas justificando su artero golpe invocando la ética. Lo grave de todo esto serán los millones que se gastarán en publicidad con fondos públicos para la campaña por el “sí” en la consulta. ¿No sería más justo que esos millones los pongan los nuevos ricos que han surgido en los últimos años de bonanza petrolera y no vengan de los impuestos que pagan los ecuatorianos?

Lo que no quedó claro fue de qué ética finalmente es de la que se habla. ¿Será la ética de aquel que como jefe de Estado obtuvo una indemnización por un supuesto daño moral que no tiene precedentes en la historia judicial del país, para luego enviar (él sí…) su plata al exterior y sin pagar impuesto a la renta? ¿Será la ética del juez que le concedió al dictador 40 millones de dólares mediante una sentencia que se la dieron hecha la noche anterior y que fue luego ascendido? ¿Será la ética de quien dispuso la masiva e inmisericorde deportación de refugiados? ¿Será la ética de quien ha entregado a dedo, sin licitación pública, la construcción de hidroeléctricas y puertos? ¿Será la ética de quien se ha solidarizado con ese símbolo de la corrupción latinoamericana que es Cristina Fernández Kirchner?

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Si para algo servirá la consulta será para saber quién está realmente en la oposición y quién va a prestarse al juego de la dictadura. Porque no hay que llamarse a engaño, lo que el oficialismo buscará con el voto del “sí” en la consulta será no solo afectar a Lasso –que ya es bastante reprochable–, sino limpiar su pasado y buscar su sobrevivencia. (O)