El silencio es una especie de marca de El Morro. Al llegar a esta parroquia rural guayaquileña parece que todo el pueblo se hubiera concentrado en su iglesia patrimonial de San Jacinto, desde donde se escucha el eco de voces. Pero al entrar se observa que solo se trata de un grupo de niños en reunión.

No hay muchos autos particulares, pasan unos cuantos buses y pocos locales están abiertos. Los moradores parecen tímidos, pero en general son atentos y amables.

Esa es la tónica en la mañana de un sábado en esta parroquia rural de Guayaquil, creada hace 160 años y que en alguna ocasión fue considerada un ‘pueblo fantasma’, según dice Jaime Aragonés, presidente de la Junta Parroquial.

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El funcionario –en el cargo por dos periodos, 2009 a 2014 y 2014 a 2019– acepta que a su parroquia le falta mucho, pero que está bien encaminada. Indica, por ejemplo, que en su gestión se empezó con la pavimentación, en coordinación con el Municipio de Guayaquil.

El poblado deja ver poca basura en las calles; tiene una estación del Cuerpo de Bomberos, una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) y pronto un centro de Interagua. Pero le falta algo muy importante: un centro de salud.

Cuando los habitantes tienen una emergencia deben ir a Puerto El Morro o Posorja. “En Playas no nos quieren atender, porque dicen que no pertenecemos a Playas”, asegura María Rendón, madre de dos niñas que habita frente a una calle de tierra.

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El problema de la falta de atención médica radica en la distritalización. El presidente parroquial indica que han sugerido que el distrito quede en Playas o en El Morro, donde se haría el subcentro. “Estamos luchando para conseguir (el subcentro)”, dice, y señala que ese es un pedido prioritario.

Según el censo de población y vivienda de 2010, esta localidad tiene 5.000 habitantes. Pero el presidente de la Junta estima que ahora hay 7.000 u 8.000 personas. En base a eso se le asignan los recursos al Gobierno Parroquial, unos 15.000 dólares mensuales.

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De las grandes obras de infraestructura se encarga el Cabildo guayaquileño. El asfaltado ha llegado a las calles principales, pero cuando se adentra en el poblado se nota el contraste. El Municipio solo asfalta de tres a cuatro calles por año, estima el dirigente.

La inseguridad no preocupa mucho. Algunas casas tienen sus puertas abiertas, mientras niños juegan afuera. Sobre esto, el presidente parroquial indica que “es un pueblo tranquilo”.

Emperatriz Fernández, una licenciada en Educación de 61 años y que hace cinco dejó su trabajo en Guayaquil para irse a vivir a El Morro, se queja, en cambio, de los cortes de luz, el agua salobre y la telefonía.

El Morro basa mayormente su turismo en la iglesia patrimonial, construida en madera en el siglo XVIII. Pero en ese ámbito la batuta la tiene Puerto El Morro. Pese a las carencias de esta comuna, la pesca, el turismo y la gastronomía en este punto le otorgan un dinamismo que contrasta con la cabecera parroquial.

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Operadores turísticos y artesanos coinciden en el auge del turismo, pero quieren mayor difusión. Pedro Morales, líder comunitario, pide concluir el malecón. (I)

El Morro Datos

Ubicación Esta parroquia rural se ubica a 98 kilómetros de Guayaquil. Se puede llegar en la cooperativa de transportes Villamil. A unos diez minutos de allí se encuentra Puerto El Morro. Allí se organizan paseos para observar delfines.

Festejo El Morro celebrará las fiestas julianas con un pregón el próximo 25 de julio, en el que se espera la participación de unas 300 personas. La actividad se cumplirá entre las 10:00 y 14:00.