A un costado de la vía Perimetral convergen decenas de habitantes de las cooperativas del noroeste de Guayaquil, aglomerados al inicio de la avenida Casuarina o conocida como la entrada de la 8, la mayoría esperando buses para volver a casa luego de la jornada laboral.

Hay nerviosismo. Las mujeres abrazan sus carteras. Miran hacia atrás para asegurarse de que no se les acerque algún individuo. Los hombres también voltean cuidando sus mochilas. Los vendedores ambulantes de manzanas, limones, caramelos, papel higiénico, vocean su mercadería, corren a los buses, se pegan a los pasajeros, llevándolos a denotar cierto temor.

“¡Uff!, aquí hay arranchadores, tijeras, lanzas, hacheros; aquí hay de todo”, afirma despreocupado un vendedor ambulante de frutas. Son casi las 18:00 de un día entre semana.

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Un taxista informal señala que en los bajos del paso a desnivel de la entrada de la 8, el que permite agilizar el tránsito en ese punto de la vía Perimetral, hay arranchadores que atacan a transeúntes, aprovechando la noche. Y menciona que la Policía generalmente toma posesión en el perímetro, pero aun así hay riesgo de ser asaltados, de perder teléfonos celulares, carteras, incluso, parte de la carga que llevan conductores en los baldes de camionetas.

“Hay un viejito que parece que anda vendiendo caramelos, pero el otro día se haló una gaveta de pollos de una camioneta”, asegura otro expendedor de caramelos.

Malencarado, en sandalias, sucio y con mirada algo perdida presuntamente por haber consumido drogas, un hombre de unos 30 años, deambula por el sector, mientras decenas de choferes esperan el cambio de la luz del semáforo. “Entra en acción” cuando los conductores reanudan la marcha. Corre atrás de un camión, se mete al vagón y baja casi enseguida. Al parecer, no hay carga.

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A partir de las 17:00 hay policías. Un cabo y un agente en moto interceptan a cuatro jóvenes, de entre 15 y 17 años. A uno le hallan fósforos en una caja de cartón que también sirve de vaina para una navaja.

El cabo reprende al adolescente y a los cuatro les exige retirarse de la zona. “Son consumidores, andan viendo qué cogen, con esto se lastiman”, manifiesta el uniformado que sostiene que en la noche más policías se suman al control.

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Según la Policía, ahí existe el problema de consumidores y que bajo esa condición el delincuente puede mimetizarse para sorprender a sus víctimas.

La semana pasada, dicen moradores, se ejecutó un operativo policial en la zona. “Revisaron a algunos de los muchachitos que venden agua, se llevaron como a diez, les encontraron la hache (droga)... desde ese día como que se han escondido”, comenta en voz baja un transeúnte que frecuenta el sector. (I)

El sector
Ritmo comercial

Escenario
El comercio aumenta los fines de semana donde, según habitantes y vendedores, se ve a los hacheros que aprovechan la aglomeración de gente que espera colectivo para robar pertenencias.

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