Guayaquil nace a orillas del río Guayas y se extiende en medio del estero Salado y otros ramales que pasan por el norte y sur. En sus aguas navegan a diario una serie de embarcaciones que transportan pasajeros y carga, especialmente de las islas del Golfo hasta la ciudad, y al interior de la Perla, en al menos tres sectores del sur, usan el medio fluvial para acortar distancia y tiempo.

Las lanchas o canoas de motor son el único medio de transporte que utilizan habitantes de la isla Puná para abastecerse de alimentos, comercializar sus productos o buscar atención médica en la ciudad, que este mes conmemora los 481 años del proceso fundacional.

Al muelle municipal Caraguay arriban y zarpan tres lanchas privadas que dan el servicio de transporte de pasajeros y tres más de carga hacia Puná, de 919 km² de extensión y 6.769 habitantes, según el INEC.

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Al día movilizan a unas 172 personas y a 4.800 en promedio al mes, señaló Walter Aguirre, jefe del muelle, quien sostuvo que siempre van llenos los tres viajes que hacen a diario y duran tres horas. El servicio cuesta $ 6 por persona.

Juan Castro comentó que viaja dos veces a la semana para abastecerse de alimentos y ahora también para tramitar la matrícula de su bote; mientras que Ana Apolinario viene a la urbe una o dos veces al mes para acompañar a su padre a la consulta médica que tiene en un centro del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).

Junto al muelle está el ingreso de los pescadores y cangrejeros al mercado Caraguay, quienes transportan alimentos, agua, tanques de gas y también a vecinos y conocidos a las islas Santay, Mondragón, Puerto Roma y otras aledañas.

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“Un amigo me trajo gratis, pero al regreso sí me toca pagar dos o tres dólares en canoa”, comentó Rocío Quimí, de la isla Escalante, ubicada frente a Puná, quien aseguró que desde niña disfruta navegar porque siente la brisa del río Guayas.

Dentro de la ciudad, más de 300 guayaquileños al día prefieren usar canoas a remo o a motor para trasladarse de un sector a otro, entre tres y diez minutos. Reducen tiempo y ahorran dinero, dicen.

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“En ocho minutos o menos me ahorro coger furgoneta o bus y luego una tricimoto para cruzar a este extremo”, refirió Luis Grueso. Él pasó del muelle improvisado en Nigeria, de la isla Trinitaria, al frente, a la orilla de la cooperativa Esmeraldas Chiquito, en Las Malvinas.

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Al llegar, Roger Anchico, dueño de la canoa, cobró el pasaje. Lleva veinte años ofreciendo este medio fluvial a remo, junto con otros tres socios. Se turnan para estar dos veces a la semana. Al día movilizan a más de cien personas, de 06:00 a 19:30, a $ 0,25.

En el Cisne 2, en la zona conocida como La Pista, dos canoas a motor adaptadas con techo dan el servicio a la comunidad del sur. En las riberas de la 11 y la E hay un cartel que indica el horario de las embarcaciones, de 05:00 a 22:00.

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Desde ese lado del estero se siente una brisa refrescante. Pasajeros llegan solos o acompañados, no es necesario que la canoa se llene, pues hasta con una sola persona cruzan el ramal en dos minutos y la dejan en Nigeria o Cenepa, sectores de la isla Trinitaria separados por un pequeño manglar.

“Me ahorro una hora de viaje en bus. Es mejor por aquí, a la semana dos veces cruzo para visitar a la familia de mi esposa”, dijo Francisco De la A, morador.

A dos cuadras se observa otro grupo de canoeros que transportan similar cantidad de personas en tres canoas a motor. En la 25 y la K también se da este servicio a $ 0,25. (I)