Un total de 67 preguntas contestó ayer Erwin Vivar durante su testimonio anticipado como testigo protegido de la Fiscalía en el caso González y otros, en el que se investiga la desaparición forzada de Johnny G., César M., y Darwin C., luego de una operación policial, en noviembre de 2003, en una farmacia de la ciudadela Alborada, en el norte de Guayaquil.

La diligencia fue ordenada por el conjuez de la Corte Nacional de Justicia, Iván Saquicela, y duró tres horas y veinte minutos. Pese al pedido de los abogados de los acusados para que Vivar, de 42 años, descubra completamente su rostro, este se mantuvo con una gorra roja hasta la altura de las cejas y un golpe de luz en su rostro no permitía verlo con claridad.

Una hora y veinticinco minutos le tomó dar su testimonio a Vivar, quien compareció en calidad de víctima. A la versión rendida en Venezuela, en julio de 2015, agregó bajo juramento que en varias de las diez reuniones que tuvieron para planificar el robo a la farmacia, participaron el entonces policía Sergio G. y el exagente Érick S. El primero está prófugo.

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Erwin Vivar reconoció haber sido parte de la planificación del robo y que el desaparecido Johnny G. fue quien le propuso pagarle $ 10.000 por ser chofer de un auto en el que se llevarían el dinero de la farmacia.

Antes del asalto, dijo el contador público de profesión, él habría realizado carreras de taxi, en días diferentes, a Érick S. y a Sergio G. Relatar el momento que supuestamente vivió a orillas del estero Salado cuando suplicaba a los supuestos policías que no le maten y recordar, casi ya al final de su testimonio, que vivió trece años de “miedo y zozobra”, provocaron que Erwin Vivar rompa en llanto.

El fiscal general, Galo Chiriboga, dijo que la declaración que hizo el testigo no solo confirmó que la desaparición de estas personas ocurrió, que él estuvo con otra de las personas desaparecidas, sino también “lleva a pensar que el asalto a la farmacia fue planificado con integrantes de la Policía”.

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La mención de los ahora expolicías Érick S. y Sergio G. dentro lo ocurrido en noviembre de 2003, para Chiriboga, significa un “elemento nuevo”. En el primer proceso judicial dentro del caso, por la ejecución extrajudicial dada en el interior de la farmacia, nunca se mencionó que estas dos personas habrían participado con la banda o eran parte de la misma.

El testigo inició su relato pidiendo perdón a su familia y aclaró estar arrepentido por la equivocada decisión a la que le llevó la falta de trabajo. “Estoy por voluntad propia aquí. Necesito contribuir con la verdad de los hechos. Quiero volver a ser un ciudadano normal y cerrar este capítulo doloroso”.

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En su testimonio, Vivar indicó que luego de que el exagente Erick S. disparó al mensajero de la farmacia, él levantó la cabeza y reconoció su rostro, y aseguró haberlo visto en distintas reuniones para preparar el asalto.

Según el testigo, Érick S. era amigo de Johnny G. y le aseguró que el trabajo era fácil y que si pasaba algo el exagente policial los ayudaría. Aseguró que no dio esos nombres en su primera versión por temor.

Chiriboga, en cambio, justificó los nuevos datos al decir que el testigo “aquí ha tenido una situación mucho más confortable para su declaración”. (I)

Defensa
Versión

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Testigo
Luigi García, abogado de tres investigados, dijo que la versión de Erwin Vivar tiene diferencias de fondo con la rendida en Venezuela. “Cambia estructuralmente el contenido de la teoría del caso”.