Cuando la mañana aún está fresca y la brisa arrastra las hojas muertas por la calle de tierra que desemboca en la comunidad Las Gilces, parroquia Crucita del cantón Portoviejo, se escucha el golpeteo de combos y palas, mientras las carretillas que llevan hombres y mujeres entran y salen de una vivienda en demolición.

Mercedes Demera, de 53 años, moradora de esta comunidad, forma parte del programa piloto Cash for Work, implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este promueve modelos de trabajo comunitario para generar ingresos en las familias afectadas y reactivar la economía local.

Consiste en demoler 122 casas afectadas por el terremoto del pasado 16 de abril utilizando la mano de obra de los habitantes más vulnerables de la comunidad, quienes reciben a cambio un jornal. El presupuesto es de 70.000 dólares, con lo cual se beneficia a 610 personas.

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“No me gusta pedir nada a nadie”, dice Mercedes, quien tenía que comprar una medicina para los ojos, pero gracias a su reciente trabajo se muestra contenta, porque no tiene que pedirle dinero a su esposo.

La comunidad Las Gilces, compuesta por 735 familias, alrededor de 3.000 habitantes, es eminentemente agrícola. Aquí se cultivaba arroz, se trabajaba en pesca artesanal, las pozas salinas y el turismo comunitario. Actualmente todo se ha perdido. El terremoto ha espantado los peces y la sequía se ha presentado en los campos.

Las cuatro cabañas del centro de turismo comunitario La Boca se destruyeron por completo, dice Bolívar Aragundi Demera, presidente de la comunidad.

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El PNUD está trabajando también con un proyecto que se llama En marcha. Cuenta con un presupuesto de 102.000 dólares que comprende la reparación de la infraestructura de dos cabañas comunitarias productivas, fortalecimiento de capacidades de 26 microempresarios con negocios existentes, beneficiando directamente a 740 personas.

“Mi casa está destruida, me la van a demoler”, señala Luisa Aragundi, de 54 años. Sin embargo, ella no está triste, ha recobrado la calma, pues forma parte de las diez brigadas de demolición.

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El programa se inició el 28 de abril con la semaforización y evaluación de las viviendas afectadas. Desde mayo arrancaron las tareas de demolición aplicando el Cash for Work. El trabajo comprende cuatro horas diarias, durante cinco días a la semana. Por ello reciben un jornal de $ 10 diarios.

En las brigadas, el 60% son mujeres. Las madres pueden dejar a sus hijos al cuidado de tres mujeres que también reciben los mismos beneficios de las brigadas.

Thorsten Kallnischkies, geólogo experto en demoliciones del equipo del PNUD, dice que las casas en áreas rurales son pequeñas y no vale la pena usar maquinaria, por lo que es preferible la labor manual.

En este caso, el porcentaje recomendado para el uso de máquinas es del 10% al 20%, mientras que del 80% al 90% debe ser labor manual, señala.

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Thorsten afirma que se implementaron programas similares después del terremoto de Nepal y después del tifón en Filipinas con buenos resultados.

Agrega que los equipos de trabajo desplazados en el área están supervisados por ingenieros civiles, que tienen una capacitación especial sobre la seguridad en proyectos de demolición. (I)

Intervención
Demolidas

Trabajo
José Luis Espinosa, jefe de proyectos del PNUD, cuenta que hasta la fecha se han intervenido 35 viviendas, de las cuales 28 se han demolido totalmente y 7 parcialmente.

Manualmente
El 60% del trabajo de demolición se lo ha hecho manualmente y el 40% restante lo deben hacer con maquinaria.