Joaquín Villarraga vivía en Bogotá y era víctima de extorsión de parte de paramilitares. Le exigían un monto mensual, una “vacuna” por su integridad y la de los suyos. Pero un día, un hijo suyo desapareció y él fue secuestrado. Allí su historia como exmilitar y empresario dedicado a la compraventa de carros culminó en la zona de San Andresito de Bogotá, en 1999.

Hace 22 años, Joaquín llegó a Ecuador. Hoy tiene 73 años y es uno de los 60.329 refugiados que ocupan el estatus de refugiados en el país, según la Cancillería. El 98% proviene de Colombia.

Como Joaquín, sus compatriotas Lucenia Tafur y Carmen Perea también han dejado atrás el terror, los nervios y la angustia por perder un allegado en manos de grupos paramilitares. Esas cicatrices aún ahondan sus vidas a pesar de llevar más de 10 años en suelo ecuatoriano.

Publicidad

Los refugiados en Ecuador se componen, además, por nativos de países como Haití, Cuba y Perú. Hoy conmemoran el Día Mundial del Refugiado en una patria donde dicen que viven tranquilos, pero con ciertas dificultades de estigmatización y de inclusión laboral, dicen.

Lea también: Refugiados, una ruta de escape de Colombia a Ecuador

Ser como un topo que busca zambullirse entre las dificultades. Así se describe Joaquín, quien llegó a Los Esteros, en el sur de Guayaquil, luego de vivir en Quito hasta el 2010. Su acento está intacto. Vende arepas y empanadas, junto con su esposa Consuelo, también nativa del país cafetero.

Publicidad

Joaquín y Lucenia viven en Guayaquil. Carmen, en Durán. Cada uno vive del comercio.

“Al principio me quería tirar del piso más alto, no me adaptaba. Pero fue allí cuando Dios apareció en mi vida”, comenta Lucenia, de 48 años.

Publicidad

Hoy, ella es una cristiana evangélica dedicada a la venta de sábanas y limpieza de domicilios para solventar sus gastos y la educación de José, un niño ecuatoriano de 10 años que vive con ella desde que era un recién nacido, luego de que el padre supuestamente se lo entregara. La mamá había muerto, dice.

Lucenia sostiene que sigue un proceso de adopción y que posee un documento que da cuenta del trámite en curso.

“A los hijos, Dios no los desampara”, reflexiona.

Queremos que el carné de refugio a nivel nacional se lo dé a conocer en Ecuador, porque hay demasiados problemas en los trámites bancarios, para conseguir trabajo y hasta con policías”.Carmen Perea, Refugiada

Carmen llegó a Durán hace doce años tras sufrir una crisis nerviosa. “Pensaba que llegaría a estar loca”, cuenta.

Publicidad

Menciona que hoy se siente dichosa de haber dado a luz en este país a dos de sus cuatro hijas. En la actualidad gusta de elaborar y vender sandalias.

Los tres coinciden que aún tienen inconvenientes en conseguir empleo fijo y acceder a créditos. “Por desconocimiento sobre lo que significa ser refugiado” y ello, precisan, genera dificultades, según Carmen.

Con la esperanza puesta en días llenos de paz y volver a su país, hoy los refugiados celebran con un marcha y un festival en la plaza Vicente Rocafuerte, al pie de la iglesia San Francisco, en la av. 9 de Octubre y Pedro Carbo, a partir de las 10:00 hasta las 13:00. (I)