Sobre sus manos entrelazadas y apoyadas en el pecho descansaba un escapulario de la Virgen del Carmen, advocación de la que era fiel. Incluso solía ir a oficiar misa en el monasterio de los Carmelitas Descalzos, en Los Ceibos, norte de la urbe.

Los restos mortales de monseñor Roberto Pazmiño Guzmán fueron velados desde la mañana de ayer en la iglesia El Sagrario, junto a la Catedral.

En la madrugada, un infarto terminó con la vida del religioso guayaquileño, el mayor de tres hermanos, que el 8 de agosto iba a cumplir 74 años.

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Su deceso se produjo en la clínica Guayaquil, donde estuvo internado desde la noche del jueves 9, cuando empezó a sentir cansancio y ahogos.

Así lo indicó Ángel Ortiz, quien considera al religioso como su padre de crianza, pues con él vivió 40 de sus 52 años. Colaboró con el sacerdote en varias de las parroquias que tuvo a su cargo en 47 años de servicio pastoral ininterrumpido.

Tal como se lo había pedido en vida, Ortiz vistió al padre Pazmiño con su atuendo de sacerdote, uno de color blanco.

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La esposa de Ortiz, Brígida Viejó, le puso el escapulario sobre las manos. “Es el mismo que el padre le regaló a mi esposa hace 10 años, él le dijo que quería que ella se lo pusiera cuando fallezca. Así lo hicimos”, narró Ortiz llorando.

En El Sagrario la gente hizo fila para acercarse al féretro del religioso, que en el 2012 fue designado por el Vaticano como capellán del papa Benedicto XVI, junto a otros clérigos.

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El padre Pazmiño fue el propulsor de la canonización de santa Narcisa de Jesús en octubre del 2008. Sobre la vida de ella escribió libros de distribución masiva y otras obras.

Graduado en la Universidad Lateranense de Roma, adonde estudió Teología Moral, el clérigo fue vicario de la Arquidiócesis de Guayaquil y párroco en iglesias de Nobol, Yaguachi, Los Ceibos, Urdesa y demás.

Fue el encargado de la impresión de la hoja dominical. Su sepelio será hoy, a las 16:00, en la cripta de la Catedral. (I)