Tras dos mandatos consecutivos, el presidente nicaragüense Daniel Ortega intentará seguir gobernando hasta el 2022, tras ser nominado como abanderado del Frente Sandinista para las elecciones de noviembre.

Ortega, de 70 años, se enfrentará en los comicios a una oposición dividida que lo acusa de pretender “perpetuarse en el poder” con la intención de consolidar una “dictadura dinástica”, en alusión a la influencia que su esposa y portavoz, Rosario Murillo, ejerce en el Gobierno desde hace diez años.

Su nominación fue aprobada el pasado sábado por unanimidad por los 1.910 delegados en el congreso del gobernante Frente Sandinista, que el veterano exguerrillero izquierdista dirige con mano dura.

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Ortega cuenta con una popularidad del 78% y un piso electoral del 43%, superior al 30% que históricamente han tenido los sandinistas, según un sondeo de mayo de la firma M&R.

Según los expertos, la estabilidad macroeconómica, las ayudas que reparte entre los pobres con dinero venezolano y la alianza entre su gobierno y la empresa privada han abonado los planes de reelección de Ortega. También ha incidido el buen índice de seguridad que tiene Nicaragua.

La oposición afirma que en los últimos diez años Ortega se ha enriquecido al amparo del poder, ha afianzado su control sobre el aparato estatal –incluido el tribunal electoral–, la Policía, el Ejército, la mayoría de los medios de comunicación, y ha reprimido a sus críticos y las protestas en su contra.

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Un estudio de M&R de enero reveló, asimismo, que el 89% de los nicaragüenses teme ahora opinar en público. (I)