Un empleado de un local de comidas es procesado como presunto responsable de la alerta de bomba que motivó la evacuación de la terminal terrestre la tarde del domingo pasado.

De acuerdo con el Consejo de la Judicatura, el sujeto habría incurrido en la paralización de un servicio público, tipificado en el art. 346 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años.

La audiencia de procesamiento directo está prevista para el 2 de junio próximo, a las 08:30. No quedó detenido, recibió medidas cautelares.

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William Cedeño, supervisor general de Seguridad de la terminal, señaló que al hoy procesado se lo identificó a través del sistema de cámaras, que junto con la Policía se lo abordó en el local y que luego aceptó que supuestamente escribió, en dos cubículos de un baño, frases que alertaban de la inminente, pero supuesta, detonación de un artefacto explosivo.

La advertencia hizo que se activaran los protocolos de seguridad. Las alarmas se activaron, a las 17:40, según testigos, y alrededor de 3.000 usuarios desocuparon las tres plantas de la terminal en minutos, incluidos pasajeros que se aprestaban a abordar buses intercantonales.

El temor fue general. Algunos ciudadanos pensaron que se trataba de un simulacro. Otros, presa de la angustia, lloraron temiendo una explosión. Los buses que debían arribar a la terminal dejaron a viajeros en la autopista Narcisa de Jesús. En esa arteria, los choferes se parquearon, como en la avenida Benjamín Rosales, lo que generó congestionamiento.

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La Policía, a través del Grupo de Intervención y Rescate (GIR), y los bomberos tomaron procedimiento. La búsqueda del supuesto artefacto explosivo movilizó incluso a perros adiestrados. Antes de las 20:00 se normalizaron las actividades, según administradores.

Cedeño sostuvo que el supuesto responsable declaró a la autoridad que actuó como parte de “una joda”. Y un compañero de este en el local de comida argumentó que él quiso bromear con otro empleado.

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El jefe general de Seguridad admitió que la terminal sufrió pérdidas ante los retrasos en las frecuencias de buses, pero indicó que más pesaron las molestias que sufrieron alrededor de 3.000 usuarios, según estimó.

Eduardo Salgado, gerente de la Fundación Terminal Terrestre, destacó, tras la reanudación de las actividades, la realización periódica de simulacros y sostuvo que estos ejercicios incidieron que el edificio quede desocupado en 6 minutos.

Mayi Tutivén, empleada de un bazar, contó que los vendedores fueron evacuados hacia la parte posterior de la terminal y que no hubo robos. (I)