Fátima Gómez no pretende hoy enviar a su hija de 6 años a la reanudación de actividades socio-emocionales programadas en la escuela Lorenzo Luzuriaga, que se ubica en la comunidad El Limón, parroquia Simón Bolívar, de Portoviejo.

Ella cree que las réplicas continuarán y que nadie auxiliaría a su hija. “No estoy de acuerdo en enviar a mi hija hasta que Dios lo disponga”, señala.

Por el mismo temor, su vecino Ramón Pinargote tampoco piensa enviar a sus tres nietos a ese plantel. Piensa que la prioridad sería readecuar las aulas, afectadas por el terremoto del 16 de abril pasado.

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Comenta que le llegó una notificación en la que le disponían enviar a sus hijos a una escuela ubicada a 4 kilómetros, en horario vespertino y para lo cual debían tomar dos buses. “Era difícil para los padres, por distancia y gastos, por eso vamos a adecuar aulas con material que se pudo rescatar de los pabellones”, expresa.

Yéssica Mora, presidenta del comité de padres de familia, refiere que la mayoría de progenitores no está de acuerdo en enviar a sus hijos hasta que pase el temor de las réplicas.

De ahí que Ángel Briones no tiene previsto mandar a su hijo a la escuela Colón Manabí, en la parroquia Colón; ni Jennifer Ponce, a sus dos hijos a la escuela Babahoyo, de la parroquia Simón Bolívar. “Quién ve a mi hijo si se presenta un nuevo terremoto”, manifiesta Ponce.

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Leonor Mendoza, presidenta en Manabí de la Unión Nacional de Educadores (UNE), dice que han planteado al Ministerio de Educación que el reinicio de clases sea el 4 de julio, como en primera instancia lo señaló el ministro Augusto Espinosa.

“Lamentablemente, el ministro cambió su discurso y dijo que desde la semana anterior era obligatoria la asistencia”, refiere Mendoza, quien afirma que el plantel recibió la semana pasada a unos 15 estudiantes de un promedio de 350. Piensa que se mantendrá esa tendencia.

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Mery Zamora, expresidenta de la UNE, espera que las autoridades ratifiquen la primera disposición de que las clases se formalizarán el 4 de julio. “Para ellos es fácil desde el escritorio disponer que la escuela y colegio tal, que no puede funcionar en su local, que lo haga en jornada vespertina en otra institución fuera de su lugar, sin pensar en la situación económica de los padres, muchos se han quedado sin trabajo, se les han caído parte o la casa completa donde vivían”, cuestiona.(I)