Ante una multitud que llegó a la Plaza de San Pedro, ayer el papa Francisco presidió el rezo del ángelus en la fiesta de la Santísima Trinidad, en la que aprovechó para explicar que esta fecha “invita a emplearnos en los acontecimientos cotidianos para ser levadura de comunión, de consuelo y de misericordia”.

Antes del ángelus, el papa argentino afirmó que la fiesta católica invita “a comprometernos en los eventos cotidianos para ser levadura de comunión, de consolación y de misericordia” y que a partir de esa misión “estamos sostenidos por la fuerza que nos dona el Espíritu Santo”, la que explicó “ cura la carne de la humanidad herida por la injusticia, por el atropello, el odio y la avidez”, citó el portal español Aleteia.

Francisco comentó el evangelio del día en el que Jesús, poco antes de su pasión, “explica a sus discípulos la verdad más profunda sobre Él”, y así viene develada su relación con el Padre y el Espíritu Santo”.

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“Jesús revela en qué consiste esta misión, ante todo el Espíritu Santo nos guía a entender las muchas cosas que Jesús mismo tiene todavía que decir”.

El pontífice añadió en sus palabras que “no se trata de doctrinas nuevas o especiales, sino de una plena comprensión de todo aquello que el Hijo ha escuchado al Padre y que ha hecho conocer a sus discípulos”.

Según aciprensa, el papa añadió que “el Espíritu nos guía en las nuevas situaciones existenciales con la vista puesta en Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los eventos y al futuro. Nos ayuda a caminar en la historia firme radicada en el Evangelio y también con dinámica fidelidad a nuestras tradiciones”.

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Añadió que el misterio de la Santísima Trinidad habla a todos también hoy “de nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.

Y lo comparó con que “Dios es una ‘familia’ de tres personas que se aman tanto que forman una sola persona” y que esta unión no está encerrada en sí misma, sino abierta, se comunica a la creación y a la historia y ha entrado en medio de los hombres para llamar a todos a formar parte”.

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Además aseguró: “Nos envuelve y nos estimula a vivir en el amor y en el compartir con los demás, seguros de que allí donde hay amor está Dios”.

En sus palabras destacó la importancia de las relaciones personales en comunidades eclesiales y pidió que “sea siempre evidente la imagen de la Iglesia como ícono de la Trinidad”.

Finalizado el ángelus se dirigió a los congregados en la plaza, entre esos representantes de las comunidades católicas chinas de Roma y de otras localidades de Italia, para unirse en oración por los participantes de la Primera Cumbre Humanitaria Mundial que se inicia hoy en Estambul, Turquía.

“Que se comprometan plenamente en realizar el objetivo humanitario principal: salvar la vida de todo ser humano”, exhortó Francisco.

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En referencia a la celebración de la Bienaventurada Virgen María Ayuda de los Cristianos que se celebrará mañana y es venerada por el pueblo chino, el papa añadió que en este Año de la Misericordia “los católicos chinos puedan, junto con cuantos siguen otras nobles tradiciones religiosas, convertirse en signo concreto de caridad y de reconciliación”. (I)

El misterio de la Trinidad habla de nosotros, de nuestro diálogo con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Mediante el bautismo, el Espíritu Santo está presente en la vida con Dios”.Papa Francisco