Después de los daños que dejó el terremoto del 16 de abril pasado, los expertos consideran que ahora queda el desafío de controlar la calidad de las viviendas que se construyan y reforzar las estructuras que pueden ser vulnerables a movimientos fuertes.

Hugo Yépez, investigador del Instituto Geofísico, sostiene que el sismo dejó en evidencia estructuras que tuvieron un mal comportamiento, con demasiadas patologías y malas prácticas constructivas.

El sismólogo considera que así como se creó un semáforo para advertir los riesgos de ciertos alimentos, se podría generar una alternativa para calificar las estructuras según el grado de vulnerabilidad.

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Yépez indica que se podrían crear una guía técnica adecuada e incentivos, como exención de impuestos, para reforzamientos de viviendas, los cuales además impliquen penalidades para quienes no lo hagan dentro de un plazo.

Marcelo Moncayo, coordinador de proyectos de la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Guayaquil, sostiene que un reforzamiento, dependiendo de la estructura, puede costar el 10% o 20% del costo total del inmueble. “La mejor medida que podemos tomar es generar un reforzamiento a las estructuras, es lo que nos va a salvar, no el hecho de salir corriendo ante un terremoto”, dice.

Kervin Chunga, geólogo y docente de la Espol, explica que hay técnicas aplicadas a casas que permiten la disipación de la energía sísmica.

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Considerando la calidad de los suelos en determinados sectores, Chunga indica que es necesario realizar estudios antes de construir para ver cómo puede repercutir la ampliación de ondas sísmicas. (I)