Hoy Venezuela vivirá otra jornada de protestas. La oposición convocó a sus simpatizantes a salir a las calles en este día, pese a la vigencia del estado de excepción y de la emergencia, firmado por Nicolás Maduro el pasado viernes, que le da poderes a las Fuerzas Armadas, policías y grupos de seguridad para intervenir y frenar “posibles acciones desestabilizadoras”, según el decreto presidencial.

“Llamo al país a desconocer este decreto si el Gobierno pretende imponerlo”, dijo ayer el líder opositor y excandidato presidencial Henrique Capriles, antes del rechazo del decreto por parte del Congreso, de mayoría opositora.

Los diputados opositores rechazaron ayer la excepción alegando que la orden del mandatario constituye “una concentración de poderes” que “profundiza la grave alteración del orden constitucional y democrático que padece Venezuela”, y además “representa un franco abandono de la Constitución por parte del presidente de la República”.

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Horas antes de la resolución de la Asamblea, el mandatario estimó inviable el referendo revocatorio que promueve en su contra la oposición.

En rueda de prensa en Caracas, Maduro dijo que sus adversarios pretendieron cometer “fraude con las firmas” que entregaron al Consejo Electoral como requisito para que se active la consulta.

“Ninguna de las opciones que ha anunciado la derecha para acabar con la revolución y para derrocarme o revocarme tiene viabilidad política e histórica, y ninguna va a tener éxito”, advirtió.

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Esto mientras en las calles de Venezuela sus habitantes hablan del creciente malestar por la falta de insumos, cortes de agua y de energía eléctrica, inseguridad, entre otros.

Alimentos, medicinas, metales, productos químicos, papel o artes gráficas son algunos de los sectores productivos en crisis por carencia de insumos, dice Juan Pablo Olalquiaga, presidente de Conindustria, el gremio industrial más importante del país.

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De acuerdo con los datos más recientes de esta cámara, hacia finales del año pasado el 56% de la capacidad industrial estaba sin operar. Y durante 2016 el cuadro ha empeorado, asegura Olalquiaga. (I)