Desde su especialidad, y por medio de su equipo de profesionales y voluntariado, fundaciones y organizaciones sin fines de lucro han querido proporcionar ayuda humanitaria a las víctimas del terremoto que sacudió al país hace ya un mes.

Las horas posteriores a la catástrofe que ha dejado 660 víctimas mortales, según la Secretaría de Gestión de Riesgos, cada una activó su red de trabajo y en Tuiter o en Facebook iniciaron la gestión de donaciones, a convocar capital humano o a impulsar campañas de prevención y atención.

Es el caso de la Fundación Azulado, que al estar volcada a prevenir el maltrato y el abuso infantil, emprendió una campaña para evitar se registren estos casos en los albergues. Paulina Ponce, su directora, explica que hay estudios que demuestran que cuando se presentan este tipo de desastres los albergues se convierten en espacios propensos a estos ataques.

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Con este objetivo se movieron para conseguir los 13.000 silbatos que han entregado a niños, mujeres, discapacitados y a personas de la tercera edad en albergues oficiales y no oficiales. “Entregamos los silbatos en Pedernales y una persona nos comentó que hubo un payaso que estaba haciendo unas actividades para unos chiquitos y les había metido a dos niños al baño y estos dos niños empezaron a pitar y la gente acudió y lo sacaron a este hombre …”, cuenta Paulina y agrega que en redes sociales han colgado afiches para informar a la comunidad sobre cómo usarlos: soplar tres veces es señal de auxilio.

Las cifras oficiales registran la entrega de 474.550 kits de alimentos, un número al que se ha podido llegar, en gran medida, por la gestión del tercer sector.

Otro frente que se ha abordado es la atención a diabéticos. Aracely Basurto, presidenta de la ONG Fuvida, que atiende a niños y jóvenes con diabetes, dice que se han estado desplazando dos veces a la semana a la provincia que la vio nacer, Manabí, para entregar insulina.

Hasta la semana pasada, su ayuda había llegado a 250 personas con diabetes a través de una donación del proyecto Diabetes y Desastre de la ONG internacional Insuline for Life.

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“La mayoría ha recibido una ampolla de 10 ml de NPH que es la más comúnmente utilizada en Manabí, pero otras personas han tenido que recibir dos tipos de insulina... Aparte estamos llegando con educación diabetológica”, comenta Aracely, nacida en Calceta.

“Yo soy manabita y también he sido afectada, mi familia. Lo primero que se me ocurrió fue poner en todas las redes sociales: Si eres damnificado y necesitas insulina, por favor, a llamar a este teléfono... mi teléfono no ha parado de sonar. Este medicamento no es como un paracetamol, que si te lo tomas la fiebre te va a pasar, la insulina es vida. Sin insulina los niños o las personas insulinodependientes pueden morir”, asevera. Refiere que también ha llegado a Muisne, en Esmeraldas, adonde pudo entregarle insulina a una niña que padece diabetes tipo 1. “Perdió todo, no tenía ni máquina, ni jeringas, ni insulina”, lamenta Aracely.

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Quienes también se han unido para atender a los damnificados son las organizaciones que integran la Red en Acción, una instancia no gubernamental a la que pertenecen Operación Sonrisa, Techo, Triada, Cecilia Rivadeneira, El Triángulo y Tase.

Francisco Punina, líder de Fundación Operación Sonrisa y vocero principal de la Red, cuenta que arribaron a Jama, en Manabí, a las 48 horas del desastre y que cada organización trabaja desde su competencia. Operación Sonrisa, por ejemplo, movilizó a médicos que atendieron emergencias, sobre todo quirúrgicas. Además, pediatras, anestesiólogos y psicólogos fueron para comunidades. En niños, dice, se han hecho unas 200 atenciones.

Cecilia Rivadeneira, por su parte, se ha enfocado en caravanas lúdicas que incluyen terapia de la risa, arteterapia, promoción de una cultura de paz; y también ha llevado insumos de salud y aseo para bebés.

El aporte humanitario de la Red también consistirá en desarrollar proyectos productivos que faciliten a las esposas de las víctimas del terremoto, a madres solteras y jefas de hogar reactivar su economía.

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Las víctimas que fueron derivadas a los hospitales de Guayaquil también han encontrado un hombro en el albergue para niños con cáncer Soldaditos de Dios, ubicado en la ciudadela La Atarazana desde 2013.

Micaela Morales, colaboradora del espacio, cuenta que desde el 19 de abril dan cobijo a cinco familias cuyos hijos están ingresados en el hospital Roberto Gilbert. Tras el terremoto, recuerda Micaela, leyeron en la prensa acerca de damnificados de Manabí que estaban viniendo a Guayaquil a ser atendidos, por lo que se acercaron al departamento de Trabajo Social de esta casa de salud.

Micaela dice que algunos de los albergados se han regresado ya a su provincia, pero que otros temen volver y han decidido quedarse a vivir en Guayaquil. “Como no tienen dónde, no tienen trabajo, el albergue les ha dispuesto que pueden quedarse durante el tiempo que sus hijos se encuentren en el hospital y de ahí, a partir de que salen del hospital, tienen un mes...”.

Las fundaciones Acción Solidaria y Familia y Futuro también se suman a los aportantes del tercer sector y han sumado esfuerzos para aliviar a los afectados. Vanessa Viteri, coordinadora de Relaciones Corporativas de Acción Solidaria, cuenta que esto, sobre todo, se ha dado en la repartición de donaciones que se recolectaron las primeras semanas para enviar a albergues y asentamientos organizados por las iglesias o los propios damnificados.

Viteri refiere que como la fundación es católica, han llegado a las zonas de desastre con atención psicológica, acompañamiento espiritual y hasta oficiado misas. Además, el diagnóstico de necesidades que han levantado en las zonas de desastre les facilitará trabajar en su reactivación económica con proyectos de desarrollo comunitario y emprendimientos que esperan respalde la empresa privada. (I)