Víveres, pañales, botellas de agua, leche, jugos, ropa, kits de aseo, sábanas, recolectaron las semanas posteriores al terremoto excompañeros del Cristóbal Colón para las víctimas manabitas. Ahora se enfocan en organizarles fiestas con comida y juegos.

Grupo de amigos de la comunidad salesiana

Desde el momento en que cuenta que desde hace trece años pasa Navidad en la selva, con comunidades huaoranis o aquellas donde palpita la pobreza, inferir que no se trata de un hombre común resulta fácil.

Publicidad

No se trata de un hombre común porque podría ya no hacer nada y sin embargo sigue moviéndose, actuando, pidiéndole a sus contactos en Facebook ideas, fórmulas, que puedan traducirse a momentos de alegría, bálsamos que curen el alma –aunque sea por un ratito– de quienes todo lo perdieron.

Ha transcurrido ya un mes desde que el fotógrafo guayaquileño Manuel Avilés llegó a Jama, en Manabí, con un grupo de amigos con donaciones para los afectados por el terremoto que azotó a esa provincia y a Esmeraldas y que hasta el viernes pasado mantenía a 28.911 personas fuera de sus hogares.

Recuerda que cuando arribaron a Bahía de Caráquez ya había mucha gente atendiendo a los afectados, por lo que decidieron moverse a otro punto. Esta decisión los llevó hasta Jama, en donde constatar la devastación los motivó a regresar las semanas siguientes.

Publicidad

La ciudad de Jama, en Manabí, es una población de 23 mil habitantes. Allí, 21 personas murieron por el terremoto, según la Secretaría de Gestión de Riesgos.

“Desde que tembló la tierra yo no he parado un día... es como un compromiso, ya es innato, mientras pueda no voy a dejar de hacerlo. Lógicamente la ayuda (que recibe de quienes ven en él un canal confiable de entrega) ha disminuido un poco, pero la verdad yo me ayudo mucho con las fotos, trato de todos los días con alguna foto de alguna persona, algún niño, contar un poco la historia y eso ha ayudado…”, explica Manuel, de 41 años.

“Sugerencias aparte de comprar enlatados???? Y algo para que no se aburran.... Bingo, cartas o más.... Si algo he aprendido en esta desgracia, es que cada 5 días cambian las necesidades!!”, escribió el miércoles en su perfil en Facebook porque estaba coordinando las fiestas que con un grupo de amigos organizaron el pasado fin de semana en Jama, Tasaste y Punta Blanca, en Manabí. Son festejos para los más pequeños y también para los más grandes, donde reparten comida, dulces y los motivan a participar en juegos como el palo ensebado.

Publicidad

Otra gestión liderada por Manuel ha sido la entrega de sillas de ruedas. Nuevamente a través de las redes sociales, 20 que le han sido donadas ya tienen nuevos dueños, dueños que la perdieron en el terremoto o que antes del desastre no habían podido adquirir una. “La gente me da las sillas de rueda porque ven las fotos que yo la entrego a la persona que necesita...”, asegura.

Ese es su mecanismo de transparencia y de movilización de solidaridad, un valor que también le fue transmitido de los sacerdotes salesianos del colegio en el que estudió. “Cuando tenía 18 años fui voluntario en Manta un año y después me hice misionero en el Oriente como seis meses. Desde hace ya muchos años tengo, por decirlo de alguna manera, esa vocación y me quedé como bien prendado de esta situación de ayuda. Siempre que tenía vacaciones de la universidad me iba a la misión de lo que sea. Cuando ya terminé la universidad empecé a recoger ropa y juguetes y de alguna manera hacía lo que estoy haciendo ahora, pero en mucho menor volumen”, cuenta Manuel.

Destaca que esta labor previa, conocida por muchos, le facilitó las cosas tras el sismo. “Esto se basa mucho en confianza, mucha gente que me conoce me ha donado dinero directamente, comida, porque saben que esto yo lo vengo haciendo desde hace muchos años”. (I)