Los senadores empezaron el miércoles a debatir si habrán de destituir a la presidenta Dilma Rousseff, un movimiento que ha cobrado impulso y se ha convertido en un juicio a su liderazgo en medio de varias crisis que conmueven Brasil.

Si una mayoría simple de los 81 senadores vota a favor, Rousseff será suspendida y el vicepresidente Michel Temer ocupará su cargo hasta por seis meses pendiente la decisión de si la presidenta será removida permanentemente.

El presidente del Senado, Renán Calheiros, dijo que desea que se vote el miércoles por la noche.

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El juicio político depende de que se sustancien las denuncias de que la presidenta violó reglas fiscales en su manejo del presupuesto federal. Pero también se ha convertido en gran medida en un plebiscito sobre su presidencia, en medio de una profunda recesión y un escándalo de sobornos en la compañía petrolera estatal Petrobras.

Rousseff niega toda irregularidad e insiste en que el juicio político equivale a un "golpe" destinado a desplazar del poder a su Partido de los Trabajadores, de inclinación izquierdista, en el poder desde hace 13 años.

El proceso para hacerle el juicio político empezó como una iniciativa a la que se asignaban escasas probabilidades, pero fue tomando impulso al punto en que muchos analistas consideran que concluirá con la presidencia de Rousseff.

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"Dilma debe ser enjuiciada por una variedad de motivos", afirmó Marcos Troyjo, profesor en la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos en la Universidad de Columbia. "Y la posibilidad de que se reponga es nula".

Una encuesta de los periódicos a los senadores halló que unos 50, muchos más que los necesarios, planean votar a favor del juicio político. Pero no está claro si todos ellos también votarían por su condena. Una consulta del periódico Folha de S. Paulo sugiere que, por ahora, solo 41 están dispuestos a remover permanentemente a la presidenta, 13 menos de la cifra necesaria.

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¿Cómo fue la votación de la cámara baja?

La acción del Senado tiene lugar después que la cámara baja votó el mes pasado 367-137 en favor del juicio político, un veredicto contra Rousseff tan resonante que muchos brasileños creen que influirá sobre el Senado, donde tradicionalmente parece haber tenido más aliados.

El proceso se ha convertido en mucho más que las acusaciones legales en contra de la presidenta. Brasil está inmerso en una serie de escándalos de corrupción relacionados con su partido y pasa por su recesión más grave desde la década de 1930. La presidenta también es criticada por su incapacidad de negociar con otros políticos en un país en donde las relaciones personales son primordiales.

Rousseff, una ex miembro de un grupo guerrillero marxista que pasó a ser miembro del establishment, se subió al carro de su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva, para ganar la presidencia en 2010.

Aunque Rousseff no tiene relación con el escándalo de Petrobras, muchos brasileños la responsabilizan porque gran parte de la supuesta corrupción sucedió durante su administración y las de Silva. La popularidad de ambos cayó.

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Economía brasileña sigue a la baja

Conforme han surgido detalles de la corrupción en los últimos dos años, la economía ha continuado desplomándose. Se espera que el producto interno bruto se contraiga 3,6% en este año después de un resultado similar en el 2015. Tanto la inflación y el desempleo rondan el 10% y anuncios de cierres, tanto de fábricas locales como de cadenas multinacionales como Wal-Mart, se han vuelto comunes.

En medio de todo está la incapacidad de Rousseff de trabajar con otros. Es conocida por su franqueza y carece del carisma que los analistas consideran necesario para construir consenso y lograr acuerdos.  (I)