El centro de la cabecera parroquial de Picoazá cobró vida al ritmo del comercio que a diario se toma el cuadrante de las calles Eloy Alfaro, Bolivia, Comercio y Eloy Alfaro, en el sector de la iglesia San José.

El trajín de la oferta y la demanda solo se tomaba aquel espacio en la época de diciembre, con una feria navideña, por lo que prácticamente todo el año en el centro prevalecían únicamente los negocios en locales comerciales.

Pero desde hace una semana el escenario cambió tras el terremoto de 7,8 de magnitud en la escala de Richter que afectó al país el 16 de abril, principalmente a las provincias de Manabí y Esmeraldas.

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Gran parte de los comerciantes que se apostaban en las calles céntricas de Portoviejo se trasladaron a Picoazá, puesto que el centro de la capital manabita quedó devastado y está considerado dentro de la denominada zona cero, en donde hay edificios con daños estructurales.

El presidente del Concejo parroquial de Picoazá, José Palma, indicó que en dicha localidad portovejense se han instalado 160 comerciantes, de los cuales el 60% proviene de Portoviejo.

“Entre los hermanos manabitas tenemos que darnos la mano ante este desastre que ha golpeado a nuestra provincia. Por eso Picoazá le ha abierto las puertas a los comerciantes de Portoviejo”, citó el dirigente y agrega que en el centro de la parroquia aún hay espacio para completar los 200 puestos de comercio.

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Cerca de las 15:00 de este sábado 7 de mayo la actividad era intensa por el lado de la calle Eloy Alfaro.

Para cruzar, los carros se abrían paso entre una marea de gente que buscaba ropa interior y zapatos escolares para los niños que empezaron clases, camisetas, pantalonetas, gorras, gafas, pelotas playeras y demás artículos.

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De los cuatro carriles de dicha calle, dos estaban ocupados por los mercaderes y los clientes, y por los dos restantes avanzaban los automotores, con cierta lentitud.

Palma señaló que de ser necesario el Municipio de Portoviejo coordinaría acciones para el cierre vehicular de ese cuadrante, puesto que lo prioritario ahora es reactivar ese flujo comercial.

Carmen Zambrano compró en Picoazá uniformes para su hija de 5 años, algo que solía hacer en Portoviejo.

“Yo no sabía que los comerciantes se habían venido para acá, por unas vecinas fue que me enteré y me vine”, refirió esta mujer que vive en la vía a Crucita.

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La clientela llega también desde Rocafuerte, Charapotó y otras comunidades cercanas que antes iban al centro de Portoviejo, señaló Ana Aguilera, comerciante de gorras y camisetas que cumplió más de una década en la capital manabita.

Esta vendedora comentó que mantienen los mismos precios para que la mercadería tenga salida. Ella, por ejemplo, vende gorras desde $ 4 a $ 6 y camisetas en $ 5.

Miguel Zambrano vende sandalias para damas y reporta que poco a poco las ventas se intensifican. Eso les inyecta optimismo en medio de toda la tragedia.

“En Portoviejo perdí por lo menos la mitad de mi mercadería, siquiera unos 4 mil dólares, pero eso se recupera, lo importante es la vida”, comenta.

Otros vendedores como Karen Álava y Javier Molina también tienen expectativa de que el comercio se normalice. (I)

Proyecto
Reubicación

La Chorrera
Ayer se realizó un recorrido por los predios que serían utilizados para una posible reubicación de la población del sector de La Chorrera, en Pedernales. El Ministerio del Interior informó que se trata de unas ocho hectáreas. Ahí se prevé construir viviendas para reubicar a 370 familias.