Donald Trump comienza a trazar una estrategia para una campaña nacional, tratando de reparar sus maltrechas relaciones con la cúpula del Partido Republicano y empezando a recaudar fondos para lo que será una costosísima competencia.

El casi seguro candidato presidencial republicano empezó a tratar de establecer contactos con los jefes de su propio partido, incluso el Comité Nacional Republicano (CNR) y sus acaudalados donantes, a quienes fustigó duramente durante las elecciones primarias.

Una persona cercana a Mitt Romney dijo que el excandidato presidencial republicano no planea asistir a la convención del partido a mediados de año, en la que se prevé que Trump sea nombrado candidato.

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Los Bush, la familia republicana más prominente de Estados Unidos, también declinaron apoyar la candidatura de Trump para presidente, dando al eventual candidato un revés en sus esfuerzos por unir al fracturado partido.

El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, dijo que tampoco apoyará al magnate.

Tanto Trump como la demócrata Hillary Clinton, que también tiene casi garantizada la candidatura a la Casa Blanca, son muy impopulares. Según una encuesta, dos tercios de los electores (65%) tiene una opinión desfavorable del multimillonario y solo un cuarto (24%) una opinión favorable, según un reciente sondeo de Wall Street Journal/NBC.

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En tanto, Clinton tiene el 56% de opiniones desfavorables y 32% favorables.(I)

En una entrevista a la red de TV CNBC, Donald Trump aseguró ayer que si no resulta electo en noviembre, la Corte Suprema podría transformar Estados Unidos de una forma “nunca vista” y convertirlo en algo parecido a Argentina o Venezuela. (I)