Perder familiares, viviendas y negocios es el prólogo de jornadas de sufrimiento de manabitas tras el terremoto del 16 de abril pasado. Ahora otro malestar los aqueja: buscar un lugar donde vivir, luego de que se les informara que su casa afectada ya no da garantías, o un espacio para mantener un negocio, con precios muy elevados.

El aumento de alquileres, dijeron varios consultados, es de más del 100%.

Gabriel Obando, dueño de tres locales de la zona cero de Portoviejo (centro comercial devastado), cuenta que en tres sitios le pidieron hasta $ 500 al mes por un local para montar su factoría y almacenes de ropa: “Algo que costaba $ 200 ahora piden $ 500, no se debe abusar. (Quienes arriendan) también deben colaborar para levantar a la ciudad”. Por eso piensa en abrir su negocio en casa y conversa con amigos que residen en la periferia para levantarlo.

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Esmeraldas Villegas, dueña de una floristería que antes del sismo estaba a un costado del mercado Nº 1 de Portoviejo, buscó otro espacio para seguir con la actividad. Averiguó en varios sectores, le pedían como mínimo $ 500, así que optó por otra ubicación, en la av. Reales Tamarindos y callejón Robles, donde le cobran $ 200.

La demanda de locales hace que estructuras que diez años atrás eran iglesias ahora se conviertan en negocios. En la ciudadela Los Bosques (a 4 km del centro) se levantan la nueva sede del almacén Selenita y la ferretería Don Kléber.

La antes iglesia de Los Bosques –que tras su desocupación fue adquirida por una persona– acoge el negocio que está al mando de Idalia Cedeño, quien dice que en su caso no hubo abusos pues la persona que le alquiló es allegada a su familia. Pero conoce de casos. “Hay personas que han duplicado los arriendos, en algunos lugares alguien pagaba $ 600 y los están botando porque viene un banco que paga $ 1.200, entonces son muy inescrupulosos, deberían ponerse la mano en el corazón”. Ella sueña con volver con su negocio al centro de Portoviejo.

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Es tanta la demanda de locales que en la Nuova Piazza se atendieron unas 50 llamadas para siete de los doce espacios para rentar. Los interesados eran bancos, entidades gubernamentales, cooperativas y otros negocios, pero su propietaria, María Julia Flor, indica que se los rechazó porque ya se había dado la palabra a otros ocupantes. En este centro comercial funciona desde el lunes la agencia del Banco Internacional.

Hay quienes, en cambio, aún tienen dificultad para encontrar local. Es el caso de Almacén Casa Elizabeth, dedicado a la venta de ropa y artículos para bebés. Alina Cedeño, una de sus propietarias, señala que han llegado a pedirles $ 1.200 y hasta $ 5.000 por un espacio.

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Esas alzas de valores en arriendos no reflejan la imagen del manabita solidario, indica Susana Dueñas, gobernadora que ayer fue designada por decreto como Secretaria Nacional de Riesgos.

El Municipio de Portoviejo ha entregado 2.500 salvoconductos para que los comercios ubicados en la zona cero retiren su mercadería. Todos han tenido que buscar nuevos locales. Hasta tanto hay una afectación a 12.500 empleos directos (si se calcula apenas cinco empleados por cada negocio).

En Manta el dolor de cabeza es obtener un departamento que sea espacioso y que su costo mensual no sea tan alto. Eso le pasó a Diana Mero, de la parroquia Los Esteros. Su casa colapsó, ahora reside con un familiar y piensa en conseguir un lugar, pero los precios la asustan. El alquiler de un departamento pequeño va de $ 180 a $ 300; y antes no superaba los $ 120.

Esperanza Palacios, del barrio Jocay, dice que algunos dueños piden el pago adelantado de tres meses de arriendo.

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El alcalde de Manta, Jorge Zambrano, ve complicado controlar este sistema de alquileres en una sociedad de libre empresa de oferta y demanda, pero cree que se debe ser solidario en un momento crítico.

El sábado, el presidente Rafael Correa anunció la entrega de un bono de alojamiento de hasta $ 211 al mes para los afectados que deban alquilar. (I)