Presuroso, Michael Jiménez arreglaba su camisa dentro del pantalón antes de ingresar al colegio Ati II Pillahuaso, en José de Antepara y 10 de Agosto. Algunos minutos faltaban para las 19:00 del lunes pasado y él venía de Durán, de su trabajo en una recicladora.

A Michael le faltaba la corbata y se suponía que sin uniforme completo no podía pasar al plantel. No tuvo impedimento. “Quiero seguir Ingeniería en Electricidad”, dijo el joven de 20 años y admitió que estaba algo cansado por dormir 5 horas, por despertarse a las 05:00.

Unos 250 alumnos del horario nocturno cantaron el himno nacional en la inauguración del año lectivo 2016-2017, ellos son parte de los 2’586.664 alumnos registrados por el Ministerio de Educación para este periodo.

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En el colegio Nueve de Octubre (ciudadela Huancavilca), el timbre retumbó a las 21:10, una hora antes del cierre de la jornada. Los alumnos, algunos ya adultos, salían raudos, unos en motos y otros a pie.

Caminando y con un cuaderno reposando en el pecho, iban Lucciola Sánchez junto con su hijo y su compañera, Pilar Moreno. El joven era su custodio en su ruta hacia la vía Perimetral. Ella tiene 35 años y seis hijos y contó que hace dos años retomó sus estudios. “La situación está durísima, tengo que trabajar y al graduarme ver mejores oportunidades”, señaló la empleada de un comedor cerca del Puerto Marítimo.

Moreno, de 19 años, se educó en el Rita Lecumberri, del que se retiró porque debía atender su embarazo. Ahora su suegra cuida de su hijo por las noches. Anhela ser enfermera.

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Ángel Galarza (20) tenía prisa al salir del Eloy Alfaro. Quería descansar porque al otro día preveía buscar trabajo. (I)