Moradores de las calles Francisco Segura y Bogotá, en el sur de Guayaquil, aseguran que la mayoría de los días escuchaban gritos de un inmueble esquinero de tres pisos.

Se trataba, al parecer, de los internos de un centro de rehabilitación para personas con problemas de adicciones.

Incluso, una de las habitantes del sector, cuyo nombre no mencionó, dijo que en una ocasión acudió al sitio para cuestionar la bulla que hacían. La invitaron a pasar, dijo, para que constate el trabajo que supuestamente hacían con los ‘pacientes’, “pero no entré”.

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Ayer se sorprendió al conocer que el sitio fue cerrado por denuncias de presuntos maltratos y abusos sexuales.

La tía de un adolescente de 16 años indicó que conocieron de los supuestos hechos después de que uno de los internos escapó del centro y contó todo. “Es por un muchacho que se había huido y la familia de él es la que pone la denuncia...”.

Indicó que por su sobrino, su hermana pagaba 500 dólares mensuales, a parte de otros rubros menores. “La dueña del establecimiento la llama a mi hermana y le dice que le habían puesto una denuncia, que le habían clausurado la clínica y que se iba a ir a otro lugar...”.

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El supuesto centro de rehabilitación, al parecer, era administrado por presuntos evangélicos que, según moradores, solían hacer reuniones religiosas en el lugar.

Familiares de los internos, algunos menores de edad, denunciaron que no tenían comunicación con los pacientes hasta después de tres meses y que las cartas que ellos intercambiaban se las requisaban. “Primero leían las cartas y si una carta decía que les habían pegado o algo así, les pedían que vuelvan a escribir diciendo que todo estaba bien...”.

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La estancia en el sitio supuestamente costaba 500 dólares mensuales. Y ahora los perjudicados piden que se apresen a los responsables. (I)