Llegar a su natal Chone y caminar por las calles de Manta, la ciudad donde pasó parte de su niñez y adolescencia, tiene un matiz diferente, gris, por las casas cuarteadas o edificios colapsados. Es la afectación que dejó el terremoto en las ciudades de la Costa y que entristece a la manabita Valentina Rivadeneira, subsecretaria de Educación de la zona 8.

Pero ese sentimiento es pasajero. Los gestos de solidaridad de los ecuatorianos y extranjeros que han colaborado con ayuda humanitaria a las familias damnificadas, que empezaron a llegar a las pocas horas del evento natural, que se registró el 16 de abril, la llenan de esperanza, de emoción.

La arquitecta, de 27 años, recuerda que el movimiento telúrico la tomó con tranquilidad, en su vivienda, en el norte de la ciudad. La remontó a su niñez, narra, cuando un evento símico afectó a Bahía de Caráquez y parte de Chone.

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“En mi vivienda no se sintió muy fuerte. No entendía la magnitud de lo que había sucedido hasta que revisé las redes sociales y me di cuenta de la magnitud de la afectación”, comenta la manabita, quien enseguida llamó a sus padres, que también viven en la urbe, para saber cómo estaban.

Luego hizo las llamadas a sus primos, tíos y demás familiares que residen en Manta, Portoviejo y Chone. Todos están bien y no tuvieron daños en sus casas, cuenta la arquitecta que desde el evento ha ido varias veces para apoyar con las coordinaciones zonales de educación 4 y 1, por los planteles que resultaron afectados en las provincias de Manabí, Santo Domingo y Esmeraldas.

Sus colegas directos también están bien, pero lamenta que docentes y psicólogos de instituciones de Manabí estén en la lista de los fallecidos.

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“Hay mucho temor en la población”, dice, al referirse que en eso trabajarán desde mañana, cuando se inicie el año lectivo escolar en la Costa, de manera escalonada.

En las ciudades afectadas se dará en los planteles un soporte socioemocional a estudiantes para que pierdan el temor, en los establecimientos y en campamentos temporales, mientras construyen –asegura– las nuevas unidades.

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Sostiene que todas las autoridades de educación están dando su apoyo. Incluso los alumnos de la Sierra dieron muestras de solidaridad al donar víveres, ropa y al enviar cartas a sus compañeros manabitas y esmeraldeños, dándoles ánimo para que salgan adelante, comenta la subsecretaria.

Y si antes ella iba a su tierra natal varias veces al año para vacacionar o visitar a sus parientes, ahora –afirma– irá más seguido. “No hay que tenerle miedo a Manabí y a Esmerldas, hay que seguir visitando, en vacaciones... Existen zonas afectadas, pero también hay zonas que trabajan de manera normal. La mejor contribución que podemos dar es ir y gastar en ellos”, sostiene.

Agrega que en nueve años Manabí tuvo un desarrollo turístico y lamentablemente debe empezar otra vez. Por ello invita a continuar con las donaciones que se recolectarán en los distritos y, desde mañana, en los planteles. (I)

Amigos en el extranjero dicen que nunca, frente a una adversidad, en ningún país, la sociedad y el Gobierno se han unido para ayudar. Si mantenemos esa solidaridad, la recuperación será más rápida”.Valentina Rivadeneira, Subsecretaria de Educación