El movimiento telúrico del pasado 16 de abril removió al país y alejó a los guayaquileños de la incesante vida nocturna, de cangrejales y sitios de ocio.

Ese día, la degustación del crustáceo fue interrumpida dejando desolado el cangrejal H.L.H. Dos Hermanos, en Los Ríos y Pedro Pablo Gómez. Ante el temor de la oscuridad, su propietaria, Betty Zavala, cuenta que se fueron sin pagar casi todos los clientes, excepto los de una mesa.

Desde entonces, el movimiento comercial de cangrejales, zonas de diversión y recreación ha disminuido. Hasta en un 80%, como en el cangrejal de Zavala, que mantiene su oferta de 6 cangrejos por $ 10.

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“50 y 50”, dice Esteban Briones de Ochipinti sobre lo acontecido estas dos semanas tras el terremoto y que se suma al gasto de compra de útiles escolares. Con él coincide Luis Moncayo, de la discoteca Betania Friends, en la zona rosa.

En su local siguen con “el enganche” de seis cangrejos, una porción de maduros y arroz y dos gaseosas por $ 15. Y a pesar de que –agrega Briones– la repercusión incluso afectó la llegada del crustáceo. “Hay proveedores que no han venido porque tienen familiares por las zonas de desastre”, comenta.

En la zona rosa los bares han vuelto a abrir desde esta semana. En el bar-restaurante El Colonial el movimiento ha sido aceptable con una media de treinta clientes. En estos días, Margarita Urquiza, su propietaria, espera llegar a la centena de clientes. Para ello, por redes sociales ha promocionado que el local es “antisísmico”.

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Asimismo, en el barrio Las Peñas el sonido de música vuelve a oírse desde los bares. Tanto Briones como Moncayo consideran que el inicio de clases también afecta. “Sabemos que esta época es así”, dice Briones, mientras continúa invitando a los clientes afuera del bar. (I)