La Organización de las Naciones Unidos (ONU) hizo este viernes un llamado a los países donantes para recaudar 72,7 millones para asistir a 350.000 personas en Ecuador en los próximos tres meses, de los 720.000 millones que estiman necesitarán ayuda.

Las entidades humanitarias advierten que el país enfrenta grandes riesgos humanitarios, ante las miles de personas que quedaron sin hogar, sin disponer de agua potable y con peligro de contraer enfermedades.

El terremoto con epicentro en el balneario Pedernales, en la provincia de Manabí, unos 180 km al norte del puerto de Manta, ha dejado reducido a escombros apacibles zonas turísticas y es un duro golpe para este país dolarizado y petrolero, severamente azotado por la apreciación de la divisa estadounidense y por la caída de los precios del crudo.

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El presidente Rafael Correa, que evaluó los daños en 3.000 millones de dólares - "tres puntos del PIB"- anunció el miércoles drásticas medidas económicas para hacer frente a una reconstrucción que, advirtió, será larga y costosa.

Con un alza del IVA de 12% a 14% durante un año y aportes salariales obligatorios, entre otras contribuciones, el gobierno prevé disponer de 1.000 millones de dólares complementarios para hacer frente a la crisis.

La labor de los socorristas, llegados de todo Ecuador y de Colombia, México, Venezuela, Chile, entre otros países, ha dado resultados alentadores: 113 personas fueron rescatadas con vida, informaron las autoridades.

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El sismo deja ya 588 muertos, 130 desaparecidos, 8.340 heridos, 25.931 personas sin hogar y casi 4.000 edificios destruidos o afectados, indicó el último balance oficial.

Ansiedad de afectados

Desde Manta a Pedernales, muchos comercios en las zonas afectadas han cerrado por temor a saqueos, lo que hace más difícil encontrar alimentos y elementos de primera necesidad.

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En los centros de acopio, los damnificados hacen fila para recibir agua, comida y artículos de aseo. Pero la gente sigue pidiendo ayuda en las carreteras con improvisados carteles. "No está llegando mucho", comenta Carmen Correa.

En la arrasada localidad de Pedernales, donde llovió esta madrugada por primera vez desde la catástrofe, grandes charcos de agua se formaban por las alcantarillas taponadas con escombros. El servicio de electricidad volvía paulatinamente en el área, y también mejoraba la distribución de agua.

Sin embargo, muchos recogían lo poco que podían recuperar de sus casas semidestruidas decididos a abandonar el lugar, aunque las brechas en las carreteras, cada vez más profundas, dificultaban seriamente la circulación.

"Para qué me voy a quedar, si mi mujer se me murió y aquí yo no tengo nada que hacer", dijo a la AFP con lágrimas en los ojos un albañil, desolado junto a las casas destruidas.

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En la zona afectada, que abarca seis provincias costeras, no hubo en lo inmediato más daños ni víctimas, reportaron enviados de la AFP. (I)