Es una escena de película de las peores que se puede imaginar. El panorama es desolador. Militares y policías eran insuficientes para evitar que las personas se acercaran a edificaciones destruidas en el centro de Portoviejo, capital manabita gravemente afectada por el sismo del sábado pasado.

Algunos eran curiosos y otros, héroes anónimos uniéndose a personal de entidades de rescate para hacer cadenas humanas y remover escombros. A gritos pedían que se callasen para oír a los desaparecidos.

En medio del alboroto, Walter Sánchez observaba lo que pudo haber sido su destino. El cemento partido del hotel El Gato que cayó hasta el pórtico de su casa ubicada en frente. “Si el edificio del hotel era más grande, eso mataba a mi exmujer y a mis tres hijos, eso cayó como un naipe”, relató el hombre, quien contemplaba a los rescatistas llevándose el cuerpo de una mujer de la acera.

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Ese panorama se repetía en calles como 9 de Octubre, 10 de Agosto, Espejo, Morales, Olmedo y más del casco comercial, acordonadas por militares para evitar el tráfico.

Algunos edificios públicos como los de la Superintendencia de Bancos y del Servicio de Rentas Internas solo tenían vidrios rotos, pero otros como el del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) se desplomaron totalmente.

En la Pedro Gual, una de las vías más afectadas, María Espinoza no sabía si su hermana Mónica estaba viva. “Esto que pasó fue una catástrofe”, fue lo único que dijo la mujer.

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Rosa Alcívar recordó con horror que su hijo Gabriel, que tiene el 90% de discapacidad, estaba en el segundo piso cuando la casa se vino abajo. Pasaron la noche en vela. “Queremos que alguien nos ayude, hemos perdido todo”, manifestó.

En las esquinas, los escombros permanecían intactos sobre autos o en la calzada. El trabajo de maquinarias municipales y estatales avanzaba lento.

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Hasta las 15:00, el alcalde Agustín Casanova dijo que no se pronunciarían sobre el total de afectados. (I)

Testimonio
Gabriela Andrade
Ciudad de origen: Guayaquil

“Los familiares con los que nos hemos podido comunicar nos dicen que hay muchas casas que se han venido abajo, no tienen energía, ni agua, no tienen ayuda (hasta ayer 16:30) para levantar los escombros. El centro de salud de la zona prácticamente se ha destruido, cuentan nomás con cierta ayuda de unos paramédicos que solo atienden cosas básicas. No tienen ayuda porque tanto la vía Jama-Canoa como la Jama-Pedernales están destruidas, están prácticamente incomunicados por estas dos carreteras (...). Yo estoy acá en Guayaquil, pero tenemos familiares allá, mucha familia, y no hemos podido comunicarnos bien con ellos. Queremos que llegue ayuda o algo por allá, según fotos que nos han podido enviar por las redes sociales se ve que hay muchas viviendas destruidas, todavía no sabemos si hay muertos porque no nos hemos podido comunicar bien con nuestros familiares por allá y estamos preocupados”. (I)