La tarde de ayer, un juez federal en la ciudad de Assis, estado de Sao Paulo, ordenó una tercera suspensión temporal del nombramiento que impide que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva asuma como jefe de Gabinete, tras su investidura el jueves último.

Aquello ocurrió horas después de que una corte de apelaciones detuvo en seco un segundo intento por suspender el nombramiento de Lula.

La crisis política, que ha tocado a las más altas figuras del país, ocurre a menos de seis meses de que Brasil celebre los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. Los barrios pobres del noreste de la nación más poblada de América Latina han sido víctimas de un brote del virus del Zika, que científicos creen que está ligado al nacimiento de cientos de niños con una malformación congénita.

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La economía brasileña, motor de las de los países vecinos, se ha contraído en un 4%, la inflación ha aumentado y los anuncios de despidos masivos atemorizan a la población.

Los índices de popularidad de Rousseff se desplomaron al 8%, mientras que libra una lucha por su supervivencia política e intenta sortear los intentos por destituirla. (I)