El escándalo político aumenta en Brasil y pone cada vez más en riesgo el mandato de la presidenta Dilma Rousseff, quien recientemente sumó a su gobierno a su predecesor Luiz Inacio Lula da Silva para "enfrentar las crisis" que convulsionan al país.

¿Qué pasó ahora?

Salió a la luz una embarazosa conversación entre ambos dirigentes. Ahí Rousseff le anunciaba a Lula que enfrenta un pedido de prisión preventiva y que se aprestaba a enviarle el decreto de su nombramiento como jefe de gabinete para que pueda "usarlo en caso de necesidad".

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La presidencia brasileña explicó que la conversación filtrada remitía a una consulta sobre la necesidad de hacerle llegar a Lula el documento de su nombramiento para que lo firmara, dado que no estaba seguro de poder asistir a la investidura prevista para el jueves.

La Presidencia anunció además que adoptará "todas las medidas judiciales y administrativas pertinentes para reparar una flagrante violación de la ley y la Constitución" por parte del juez Sergio Moro, a cargo del caso Petrobras, "autor de la filtración".

Luego de esta filtración, miles de personas salieron espontáneamente a las calles en Brasilia y Sao Paulo.

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Afuera del palacio presidencial, miles exigían la renuncia de Rousseff. Foto: AFP
La avenida Paulista, en Sao Paulo, recibió a miles que exigían prisión para Lula. Foto: AFP

Rousseff había negado con vehemencia que la designación de Lula se propusiera brindarle fueros especiales para permitirle al exjefe de Estado (2003-2010), del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), escapar a la justicia ordinaria que investiga su presunta implicación en el megaescándalo Petrobras.

La incorporación de Lula al gabinete "fortalece al gobierno y hay personas que no quieren que sea más fuerte", proclamó su sucesora y heredera política.

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Lula también deberá echar en la balanza su prestigio y su capacidad de articulación política para volver a dar cohesión a la coalición de gobierno e impedir que el proceso de impeachment prospere en el Congreso.

Las reacciones en las calles

En Sao Paulo, miles de personas se congregaron al caer la noche al grito de "Renuncia, renuncia" al pie del rascacielos iluminado con los colores verde y amarillo de la bandera nacional, donde tiene su sede la poderosa Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP).

"Vine en cuanto me enteré de la grabación. He estado en todas las manifestaciones y esto es el fin de Lula. Rousseff debe renunciar y Lula ir a la cárcel", dijo Waldney Carminagni, un ingeniero de 65 años vestido con la camiseta de la selección brasileña, ya convertida en uniforme de los manifestantes opositores.

Pequeñas manifestaciones a favor y en contra de Lula se realizaron a las afueras de su casa en Sao Bernardo do Campo, en el cinturón industrial de Sao Paulo. La policía tuvo que interponerse entre ambos grupos para evitar conflictos.

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El PT, sindicatos y diversas organizaciones sociales convocaron para el viernes a actos de apoyo al gobierno. (I)