Un guayaquileño descendiente de sirios, un argentino, un israelí, un chileno y varios jóvenes comuneros se incorporaban el atardecer del martes pasado sobre sus tablas de surf por cinco, diez, quince, veinte segundos hasta volver a caer al mar que rompe en la pared rocosa del sector conocido como Baja Montañita a la altura del límite norte de la comuna.

Es una escena que empezó a forjarse en las décadas de los setenta y ochenta del siglo XX cuando a unos cuantos pescadores que vivían en la zona se unieron surfistas y los hippies que crearon esa atmósfera de libertad, de amor libre, de paz y confraternidad cultural, dice Renzo Kronfle, miembro de la Asociación Turística de Montañita (ATM) y quien llegó a la comuna en 1979 a surfear.

Al igual que el lema acogido por la comunidad hippie mundial durante la década de los sesenta del siglo XX: “sexo, drogas y rock and roll”, hoy en Montañita ciertos turistas dicen que llegan a esta playa en busca de “fiesta, sexo, alcohol y drogas”, según afirma un visitante colombiano que el martes pasado bordeaba el río que lleva al mar parte de las aguas negras que se generan en el pueblo.

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Las influencias de esa conjunción de culturas está latente en los menús de los restaurantes que ofrecen comida vegetariana, pastas italianas, asados argentinos, desayunos franceses, con crepés y frutas.

“Aquí uno puede ir libre con la curra (alcohol), con la birra (cerveza), las drogas no, a eso no le hacemos los venezolanos”, dice Domingo León, un visitante de ese país y luego sonríe. “En Venezuela hay también su desnalgue como decimos nosotros y hay sus playas buenas caribeñas, pero no como aquí que es todo una rumba”, agrega. Xavier Lara, un argentino de 36 años que lo acompaña, dice que en su estancia de un mes ha conocido a ingleses, franceses, alemanes, chilenos...

Afirma que no se topó con las argentinas Marina Menegazzo, de 21 años, y María José Coni, de 22, ambas asesinadas tras permanecer once días en la comuna, tiempo en el que vendieron ensalada de frutas en la playa como hacen otros turistas. Son crímenes que han conmocionado a Argentina y a Ecuador y han puesto a Montañita en el centro de crónicas internacionales sobre inseguridad y el tipo de turismo que acoge.

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Balneario creció sin control

Es un hecho que preocupa a los dueños de hoteles y restaurantes que, en unos casos, compraron tierras comunales, sobre las que, según la ley, solo se puede ejercer derecho de posesión. El auge de estas inversiones se ha dado en las últimas dos décadas tras el fenómeno El Niño de 1998. En ese tiempo, esta comuna pasó de tener una treintena de hoteles a 116 formales y más de cien establecimientos turísticos que están en la informalidad.

Ha sido un crecimiento sin planificación, lo que se nota desde el margen del río Montañita hacia el sur, donde, en lo que hoy es el centro, se suceden hoteles, restaurantes, bares de concreto y de bloques, uno junto al otro, en medio de puntos de venta de artesanías, de comidas rápidas, de cocteles.

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Son cinco cuadras que desembocan hacia el mar en las que los llamados enganchadores suelen ofrecer a jóvenes con sus mochilas a cuestas desde hoteles hasta drogas. “¿Hoteles, hoteles?”, preguntaba uno este miércoles a un par de mochileros chilenos. Seguidamente, al ver que no captaba su atención, dijo: “¿Marihuana, drogas?”.

Son los mismos que en la noche se instalan en las peatonales, en medio de la farra nocturna. Otros recorren en cuadrones la localidad identificados como guardias de seguridad.

Entre ellos estaba uno de los detenidos como supuesto actor confeso del doble crimen de las argentinas, quien trabajaba como guardia de la comuna, una forma de organización territorial reconocida en el país desde 1937 con la expedición de la Ley de Organización y Régimen de las Comunas en medio de la reforma agraria de ese entonces.

La argentina María Susella, quien tiene un restaurante y un hotel desde hace cuatro años, teme que con el crimen de las argentinas se dé menos afluencia de turistas. “Las reservas que tenía para el 10 de marzo se han caído”, afirma.

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Inseguridad

Según la Empresa Municipal de Turismo de Santa Elena (Emiturismo), en el fin de año de 2014 se contaron 40.700 turistas, cifra que bajó a la mitad, 20.275, en el pasado fin de año. Los dueños de hoteles y comuneros concuerdan que la inseguridad es una de las razones.

“Se da el robo de los carteristas que como nadie hace nada, abusan mucho”, dice Javier Quinde, quien migró a Montañita desde el cantón Lomas de Sargentillo (Guayas) hace 16 años para instalarse en la zona Nueva Montañita, en el límite sur de la comuna. Es un conjunto de casas del Miduvi separadas por maleza y calles que se convierten en lodazales.

Fue en una de estas viviendas calificadas como “casuchas” por el ministro del Interior, José Serrano, en su cuenta de Twitter, donde habría ocurrido el asesinato de las extranjeras.

Para otros como María, argentina dueña de un restaurante y quien pidió la reserva de su apellido, los asesinatos fueron hechos aislados y asegura que en la localidad no se dan asaltos a mano armada como en las ciudades. Cree que el control anunciado debe considerar que el cierre de los locales es hasta las 04:00, según se ha establecido en una ordenanza. En el resto del país, el tope es hasta las 02:00.

La comuna ha contratado a guardias de seguridad para que ayuden en el control, pero Cecilia de la A, vicepresidenta de la asamblea comunal, considera que es insuficiente.

Los incidentes incluyen robos de celulares en los locales comerciales como el ocurrido un fin de semana de hace dos meses cuando dos hombres se robaron un celular Samsung S5 que una turista estaba cargando en una licorería. La escena quedó grabada. La mujer que atiende el local cuenta que llamó a la policía y que estos respondieron que capture el rostro de los responsables: “Lo que hicimos fue poner más cámaras y todo quedó allí”, asegura la mujer.

Casos sin denuncias

Es un caso no registrado en las oficinas de la Fiscalía en Manglaralto, comuna que limita con Montañita, en la que sus encargados dijeron que necesitaban la aprobación de Quito para entregar cifras sobre lo denunciado en la zona. Este Diario solicitó a la Fiscalía, en Quito, los delitos registrados en Manglaralto, pero enviaron datos de todo el cantón. Según estas cifras, el robo a unidades económicas (negocios) pasó de 112 , en 2014, a 99 en 2015. Pero hubo un aumento en el robo a personas de 567 a 598 casos y en el robo a bienes, accesorios y autopartes de vehículos de 188 a 241 en los mismos años.

Tres turistas dan cuenta de algo más: “Sé de casos de compatriotas a quienes las violan, tienen relaciones sexuales no consentidas, pero todo queda allí (no siempre son denunciados)” , dice Clara, una argentina de la región de Córdoba.

El recién designado el lunes pasado como jefe de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de Montañita, Daniel Reynoso, no quiso pronunciarse sobre estos hurtos no denunciados. Sí dijo que cuenta con 16 policías, un oficial y dos patrulleros y que este fin de semana sabrá la envergadura de la situación. Ese personal policial atiende, además, a las localidades cercanas de Valdivia, San Pedro, Cadeate y Simón Bolívar: “Nos van a mandar (esta semana) refuerzos; aproximadamente 30 policías más, con eso vamos a poder ejercer un mejor control”. (I)