La policía brasileña interrogó este viernes al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva y dos de sus hijos al tiempo que allanó su vivienda y otros inmuebles vinculados con su familia, lo que dejó a la figura más influyente de la política brasileña más cerca de quedar implicado en el caso de corrupción centrado en el gigante petrolero Petrobras.

La policía se presentó este viernes temprano en el domicilio de Silva en las afueras de Sao Paulo, en la sede de su ONG Instituto Lula y otras propiedades, dijo la Policía en conferencia de prensa en la ciudad sureña de Curitiba, donde está radicado el caso Petrobras.

Bajo una orden que obligaba a Silva a responder preguntas, el ex presidente fue conducido a la sede de la Policía Federal en el aeropuerto paulista de Congonhas. El portavoz del Instituto Lula, Jose Crispiniano, dijo que Silva declaró durante casi cuatro horas, pero no estaba claro si posteriormente el ex gobernante abandonó el aeropuerto.

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"Nadie está exento de ser investigado en este país", dijo el fiscal Carlos Fernando dos Santos Lima. "Cualquiera en Brasil está sujeto a investigación cuando existen indicios de un crimen".

Lima y agentes policiales y de impuestos dijeron indagaban en 30 millones de reales (8,12 millones de dólares) en pagos por discursos y donaciones al Instituto Lula por empresas de construcción que son actores clave en el caso de corrupción en Petrobras. También investigan si las renovaciones y otras obras efectuadas en una casa de campo y un apartamento frente a la playa utilizados por Silva y su familia constituían favores a cambio de beneficios políticos.

Niegan delito

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El Instituto Lula dijo en un comunicado que "nada justificaba" los sucesos de la mañana y negó haber cometido delito alguno.

"El Instituto Lula reafirma que Lula nunca ocultó su patrimonio ni recibió ventajas indebidas antes, durante y después de gobernar el país", dice el comunicado, que alude al expresidente por su nombre más conocido.

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La semana pasada, Silva rechazó insinuaciones de corrupción, y acusó a la prensa y la oposición de difundir "mentiras, filtraciones y acusaciones de criminalidad".

Se produjeron enfrentamientos entre seguidores y detractores de Silva en la calle frente a su vivienda en el suburbio paulista de Sao Bernardo do Campo. La red noticiosa GloboNews mostró una multitud en Congonhas, donde cientos de seguidores del Partido de los Trabajadores coreaban consignas a favor de Lula.

Lima dijo que la decisión de interrogar a Silva en la sede policial obedeció a razones de seguridad, para evitar manifestaciones y obstrucciones.

Reacciones

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Silva, un exdirigente sindical, era uno de los gobernantes más venerados de la historia de Brasil cuando dejó el cargo en 2010 y lo entregó a su sucesora escogida, Dilma Rousseff. No ha ocultado sus ambiciones y ha dicho que estudia si se presentará como candidato en 2018.

El Partido de los Trabajadores reaccionó con un furia, señalando en un tuit que "todos debemos reaccionar ya", con el hashtag "LulaPresoPolítico". El partido retiró luego el hashtag, pero siguió llamando a sus simpatizantes a salir a las calles para apoyar al expresidente.

El presidente del partido, Rui Falcao, dijo en un discurso por video que los hechos del viernes fueron "un espectáculo político que muestra el verdadero carácter de esta operación".

Con la orden de comparecencia a Silva, la investigación se aproxima a Rousseff, aunque los otrora aliados estrechos se han distanciado visiblemente en los últimos meses.

Rousseff no ha sido acusada en la investigación, pero enfrenta un juicio político en el Congreso por el presunto uso de los fondos estatales de pensión para cerrar déficit presupuestarios. Rousseff lo niega.

Allanamientos

En un comunicado en su cibersitio, la Policía dijo estar ejecutando 44 órdenes judiciales que forman parte de la llamada investigación "Autolavado".

Aunque no ofreció detalles sobre las identidades de los investigados, el comunicado explicó que algunas de las operaciones se estaban llevando a cabo en la ciudad costera de Guarujá y en la localidad rural de Atibaia.

Se cree que Silva tiene viviendas en ambos lugares, y los pesquisas investigan informaciones que apuntan a que podrían haber sido remodeladas por empresas constructoras implicadas en el escándalo de Petrobras, que ya ha salpicado a importantes empresarios y políticos tanto del gobernante Partido de los Trabajadores como de la oposición.

Silva y su esposa Marisa debían declarar ante los investigadores sobre el caso, pero sus abogados dijeron que no lo harían y la comparecencia fue cancelada.

El jueves, la Corte Suprema de Brasil votó de manera unánime para admitir los cargos de corrupción en contra de Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados y figura clave de la oposición a la presidenta Dilma Rousseff.

Sobornos

Los fiscales dicen que empresarios pagaron más de 2.000 millones de dólares en sobornos para obtener contratos de Petrobras. También han dicho que parte de los fondos llegaron al Partido de los Trabajadores y otros partidos.

Silva, tornero en una fábrica metalúrgica que llegó a la política a través del sindicalismo, aparecía como representante del hombre humilde, y llegó al puesto más alto en un país donde la política siempre ha sido dominada por una elite. Durante sus dos períodos, de 2003 a 2010, presidió un gran crecimiento económico con reducción de la desigualdad, y decenas de millones de pobres ascendieron a la clase media.

A pesar de un escándalo de venta de votos que provocó la caída de su jefe de gabinete, Silva gozaba de niveles récord de popularidad al entregar el poder. Su sucesora escogida, Rousseff, ganó por amplia mayoría y se consideraba que él tenía un papel orientador en su gobierno.

La popularidad de ambos cayó a pique cuando Brasil se vio sumido en la recesión más grave en varias décadas, al tiempo que Autolavado implicaba a influyentes legisladores del PT. Los índices de popularidad de Rousseff han mejorado últimamente.

Jenny Barchfield reporteó desde Rio de Janeiro. Mauricio Savarese contribuyó desde Río. (I)