Donald Trump consolidó su ventaja en la carrera por la nominación republicana para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, aunque no consiguió eclipsar a sus rivales ni atraer a sus filas a reticentes líderes del partido.

El magnate de bienes raíces se proclamó como un ‘unificador’ el pasado martes luego de ganar en siete estados, desde el centrista Massachusetts hasta conservador sureste.

Su declaración cayó en oídos sordos, ya que sus rivales siguieron incólumes y la élite republicana continuó sin estar dispuesta a aceptarlo como su abanderado en las elecciones del 8 de noviembre para reemplazar al presidente demócrata Barack Obama.

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Sus últimas victorias también agravaron el problema para un partido cuyos líderes son críticos de muchas de las posiciones y valores de Trump y se muestran escépticos de que pueda derrotar a la probable candidata demócrata Hillary Clinton, en noviembre.

 

Si bien aún deben unirse detrás de una estrategia única, los republicanos anti-Trump comenzaron a moverse. El grupo activista conservador Club para el Crecimiento dijo haber frenado al multimillonario en algunas primarias con publicidades críticas.

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El The Washington Post consideró que el partido republicano “tiene dos semanas para derribar” al magnate, en referencia a las primarias del 15 en seis estados, entre ellos Florida, bastión de Marco Rubio, otro de los rivales del magnate, publicó infobae.com.

Algunos donantes del partido, incluido el mánager de fondos de inversión Paul Singer y Meg Whitman, presidenta ejecutiva de Hewlett-Packard Enterprise, organizaron una conferencia telefónica para recaudar fondos destinados a un esfuerzo anti-Trump, informó el diario New York Times.

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La nominación de Trump aún no está garantizada, “pero es casi inevitable”, dijo Dante Scala, politólogo de la Universidad de Nueva Hampshire.

Funcionarios, dirigentes y personalidades del partido han amenazado no permitirse ‘nunca’ apoyar a Trump y hasta con votar por Clinton, al tiempo que otros mencionan la perspectiva de un candidato conservador como tercera vía.

Eclipsado por las victorias de Trump, Ted Cruz quedó en segundo lugar, gracias a una victoria en su estado natal, Texas. El resultado sólido ayudó a la presentación del senador como la alternativa a Trump, incluso cuando el rival Marco Rubio juró seguir en la contienda.

Esta constante división representa la mayor crisis del Partido Republicano en décadas, pues la militancia parece encaminada a nominar a un candidato presidencial que la cúpula organizativa no puede controlar. Algunos líderes consideran la alguna vez impensable opción de apoyar a Cruz.

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Trump tendrá que hacerlo mejor en las próximas primarias para llevarse la nominación antes de la reunión nacional del partido en julio. Hasta ahora, ha ganado 46% de los delegados y tendría que aumentar a 52% en las próximas elecciones.

El caos republicano contrastó con la cohesión del lado demócrata, donde Clinton obtuvo sólidas victorias en siete estados y estaba encaminada al estatus denominada invencible. (I)