Faltan casi cuatro años para que llegue el 22 de enero de 2020 pero si las reglas de juego no cambian, hay una certeza. Aquel día el actual presidente de Bolivia, Evo Morales –el primer indígena, el primer aymara en gobernar este país de población mayoritariamente indígena– tendrá que dejar el cargo en manos de otra persona tras estar en el poder desde enero del 2006, como parte de un movimiento político, el denominado socialismo del siglo XXI, iniciado por el extinto Hugo Chávez en Venezuela.

Con una diferencia de 2,6 puntos, el No (51,30%) se impuso al Sí (48,70%) en el referéndum del domingo pasado. Los bolivianos rechazaron una reforma constitucional propuesta por el oficialismo que buscaba autorizar la reelección por tres mandatos consecutivos.

El día en que Morales saboreó por primera vez una derrota en las urnas durante la década que lleva en la presidencia, el mandatario hizo lo que siempre hace en cada proceso electoral. Un día antes dejó los 3.650 metros de altura donde está ubicada la capital, La Paz, y bajó a la región del trópico en Cochabamba, donde el dirigente defensor de la siembra de la hoja de coca inició su activismo político en la década del noventa del siglo XX.

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“Evo, Evo, Evo por el futuro”, se escucha en un video justo cuando Morales depositaba su voto en la urna de la mesa 14 de la Unidad Educativa Villa 14 de Septiembre. Luego jugó fútbol, se lo vio manejando un auto, ambas estampas cotidianas de su mandato, y retornó a La Paz a la espera de unos resultados que le serían adversos.

La reivindicación indígena y campesina que se le atribuye a sus periodos de gobierno, en un país que había sido gobernado en las décadas previas al 2006 por élites económicas y políticas blancas, no bastaron en sus intentos de terciar por la que habría sido, en caso de ganarla, su tercera reelección consecutiva en los sufragios del 2019.

El revés de Morales se suma a otros que han sufrido sus pares ideológicos que buscaban extenderse en el poder, como es el caso de los Kirchner en Argentina, y de la derrota del oficialismo en Venezuela, en las elecciones parlamentarias de diciembre pasado.

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El catedrático de la Universidad de Lima Carlos Novoa dijo a la agencia AFP, que muerto el líder Chávez, no solo Venezuela quedó huérfana de un liderazgo ideológico, sino también quienes lo seguían en América Latina: “Ni Chávez ni Morales ni los Kirchner lograron configurar un movimiento político sostenible que supere sus propios dirigentes. Construyeron su partido valiéndose de un caudillo sin buscar nuevos liderazgos”.

Morales, quien suele referirse a sí mismo en tercera persona, ganó por primera vez la presidencia en momentos álgidos. Entre 2001 y 2005, Bolivia tuvo 5 presidentes. Y los líderes políticos de las regiones que albergan los yacimientos de gas natural –la principal fuente de recursos estatales– amenazaban con dividir a la nación a través de procesos de autonomía.

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Eran departamentos en los que Morales no podía ni aterrizar, pese a que era el presidente, en medio de un racismo exacerbado. Por ejemplo, personas con rasgos o atuendos indígenas evitaban atravesar la plaza pública de la ciudad de Santa Cruz ante el temor de que los grupos de choque de oposición a Morales les cayeran a palos.

La situación ha cambiado tras un incremento promedio anual del 4,9% del Producto Interno Bruto (PIB). Incluso, en 2006, las reservas internacionales bolivianas alcanzaban los $ 3.000 millones, cifra que hoy es de $ 15.000 millones.

El analista político Gerson Rivero dijo al sitio web de noticias bbcmundo.com que la clave de este cambio ha sido la bonanza económica. “El Gobierno aplica la máxima política de que ‘el poder es para usarlo’ y tiene los recursos suficientes para hacerlo”, en referencia a los altos precios de las materias primas y de recursos energéticos, como el gas natural, durante sus años en el poder.

Una de las acusaciones recurrentes de la oposición y de sectores disidentes contra Morales es su alianza con las élites. “Con Evo los empresarios han ganado más que nunca” es una frase que usa el oficialismo como algo positivo y que sus críticos repiten con tono de reproche.

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La diferencia con la campaña actual por el No es que a los políticos de antaño enclaustrados en los estigmas de “neoliberales”, de “vendepatrias”, por el discurso oficial, se unieron nuevos rostros, el de  agrupaciones juveniles, pensadores de izquierda, dirigentes sindicales y políticos que empezaron su carrera en el mismo gobierno del actual presidente  y que ahora están en la disidencia, dice Pablo Stefanoni, analista y exdirector de la edición boliviana de la publicación francesa Le Monde Diplomatique.

Desde el lado oficial, durante la campaña última por el Sí, el vicepresidente boliviano, Álvaro García, fue el principal promotor de la idea de que  el liderazgo de Morales era irreemplazable. El canciller David Choquehuanca lo ha sintetizado en una frase: “Hay un solo Fidel, un solo Gandhi, un solo Mandela y un solo Evo”.

Entre los disidentes se encuentra Rafael Puente, exviceministro del Interior del primer gabinete de Evo Morales: “Nadie niega la importancia de los primeros años del gobierno, el salto económico y la inclusión que se ha logrado, pero después de eso el poder total ha intoxicado a este proceso”, asegura.

Morales, por su parte, no ha dudado en calificar de “traidores” y “vendidos a la derecha” a sus antiguos compañeros. Algunos de ellos vienen de los años de cuando protagonizaba huelgas y bloqueos de caminos.

Los supuestos actos de corrupción y de tráfico de influencias que han salido a la luz desde mediados del 2015 también han tenido influencia en el resultado, según analistas.

Uno de ellos fue la denuncia de presuntos malos manejos y uso indebido de recursos públicos por el que dirigentes, exministros e incluso parlamentarios oficialistas fueron detenidos. Esto luego de que la Fiscalía de Bolivia halló, en agosto pasado, 49 obras “fantasmas” por las que se giraron $ 6,8 millones de las arcas públicas a cuentas privadas de miembros del partido oficialista Movimiento al Socialismo (MAS).

Recientemente está la denuncia por supuesto tráfico de influencias a favor de una empresa china con la que el Estado ha contratado más de $ 500 millones. Se trata de una firma cuya gerente comercial, Gabriela Zapata, fue vinculada sentimentalmente con Morales, el 3 de enero pasado.

Tras esta denuncia, el presidente admitió que había sido su pareja y que tuvieron un hijo: “Evidentemente a la Gabriela Zapata Montaño (detenida el viernes pasado) la conocí en 2005,  la verdad que era mi pareja.  El 2007 tuvimos un bebé y lamentablemente nuestra mala suerte ha fallecido (el hijo), tuvimos algunos problemas y a partir de ese momento nos distanciamos”, dijo Morales.

Zapata, en entrevista con el sitio eldeber.com, dijo que trabaja en la firma china desde noviembre del 2013 y que ingresó recomendada por una consultora en la que trabajó. (I)

Bolivia en la actualidad
Los altos y bajos

Pobreza
Las carencias de los habitantes, según sus ingresos, se redujo de 60,6%, en 2005, a 40%, en 2014, última cifra disponible en la web del Instituto Nacional de Estadística de Bolivia. La pobreza extrema pasó en ese periodo de 38,2% a 18%. Esto en medio del alto costo de las materias primas y del gas natural.

Explotación petrolera
Los conflictos sociales con pueblos y nacionalidades indígenas que han protestado para evitar la explotación mineral en sus territorios han sido otra constante. El Centro de Documentación e Información de Bolivia, una ONG que impulsa la defensa de los territorios autóctonos, señala que en esta década se ampliaron las áreas destinadas para la concesión petrolera. En siete años, de 2005 a 2012, se incrementaron de 11 a 98 las áreas reservadas a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, alrededor de un tercio de la superficie total del país que, junto con Paraguay, son los únicos de América del Sur que no tienen costas marítimas.

No porque ganó el No se ha acabado con la vida de Evo”.