El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, emprendió ayer la aplicación de un polémico paquete de medidas, abiertamente desafiado por una crisis económica sin precedentes y una oposición que busca sacarlo del poder.

Mientras los venezolanos apenas asimilan las nuevas disposiciones, la más impopular el aumento del precio de la gasolina, el Banco Central publicó ayer las alarmantes cifras económicas del 2015: Venezuela registró una caída del 5,7% en su economía y una inflación del 180%, la más alta del mundo.

Admitiendo la gravedad de la crisis, Maduro anunció, el miércoles último, el primer aumento de la gasolina en casi 20 años y una devaluación en un sistema con 2 tasas de cambio oficiales, medidas que los economistas estiman de poco impacto por la actual crisis.

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La oposición rechazó las medidas por considerarlas parte de “un modelo fracasado”.

“Ni siquiera es más de lo mismo, es lo peor de lo mismo. Aquí no se va a resolver nada”, dijo el presidente del Parlamento, el antichavista Henry Ramos Allup, en una sesión por los dos años de encarcelamiento del opositor Leopoldo López.

Con el control del Congreso desde enero pasado por primera vez en 17 años de hegemonía chavista, la oposición estudia una vía legal para acortar el mandato de Maduro (2013-2019), para lo cual evalúa una enmienda constitucional o un referendo revocatorio.

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Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo, que obtiene el 96% de divisas del crudo, padece una severa escasez, principalmente de alimentos básicos y medicinas, que provoca largas filas en los supermercados.

Ayer en las gasolineras, algunos formaban filas para abastecerse del combustible, ya que hoy entran en vigor los nuevos precios de este producto.

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Maduro subió, el miércoles, el precio de la gasolina en más de 6.000% la de 95 octanos y en más de 1.000% la de 91. “El precio era ridículo, pero me temo que todo, transporte y comida, se va a poner aún más caro”, dijo Juan Ortega, en una de las estaciones del este de Caracas.

Con un déficit fiscal del 20%, según cálculos privados, Maduro prevé aumentar los ingresos del Estado, que bajaron un 70% en los dos últimos años.

Esos ingresos pasaron de unos 42.000 millones en 2013 (cuando llegó a la presidencia) a 12.500 millones en 2015, por la caída de los precios del crudo, a menos de 30 dólares el barril.

El mandatario reformó también el complejo sistema cambiario venezolano, que tendrá solo dos franjas (actualmente tiene tres).

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Los economistas estiman que los controles cambiarios estimulan el mercado negro de la divisa, donde sobrepasó los 1.000 bolívares por dólar (100 veces más la nueva tasa oficial más baja), una perturbación para la vida diaria de los venezolanos, pues muchos precios de bienes y servicios están fijados con ese valor.

El dólar para importar alimentos y medicinas pasó de 6,3 bolívares a 10 bolívares, lo que implicó una devaluación de 37%, mientras que la otra tasa para el resto de la economía será “flotante”, a partir de los 200 bolívares por dólar, pero Maduro no precisó a partir de cuándo estará en vigor.

Como parte de sus medidas, Maduro también aumentó 20% el salario mínimo, con lo que llega a 11.520 bolívares (1.152 dólares a la tasa oficial más baja y 11,5 dólares a la del mercado negro). (I)

180%
fue la inflación

del 2015 en Venezuela. Así anunció ayer el Banco Central de Venezuela. Y la economía tuvo una contracción de 5,7%.