El sonido de las guitarras y la declamación de versos al pie del pesebre del Niño Jesús son el recuerdo latente que tiene de su niñez Rosa Bazurto. Es una devoción que ella aprendió junto a sus vecinos en su natal Santa Ana (Manabí).
Una versión mejorada de esa fe y esperanza es lo que buscó adaptar en la 33 y García Goyena, cuando llegó a Guayaquil hace 50 años. Y es una tradición que mantiene en su actual sector de residencia, en la 24 y Alianza (La Chala).
Cada domingo de carnaval realiza una caminata junto a dos imágenes del Niño Jesús que reposan en la sala de su vivienda con trajes morados.
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Cuando inició esta actividad caminaba con su esposo y diez hijos. Conforme pasaban los años, la iniciativa religiosa se combinó con las alegorías carnavaleras.
Ahora, las comparsas, garotas, personas disfrazadas de payasos, mimos o usando trajes típicos de montubios e indígenas acompañan la ruta, que se inicia en la 14 y Alianza y se dirige hasta la iglesia Nuestra Señora de Fátima.
Mañana realizarán su procesión número 49 en la que, dice, se demuestra que ser católico no es solo rezarle a Dios, sino practicar los preceptos compartiendo con los demás.
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Para este día, junto a su nieto político, Arturo Almeida ya tienen preparados dos carros alegóricos, comida y una banda musical.
A las 08:00 arrancarán las jornada con la repartición de desayuno a los fieles que llegan para participar de la romería. Además tendrán platillos típicos y una fiesta bailable para la noche.
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“Es fe y confraternidad”, comenta esta católica, que está contenta porque unos 300 vecinos comparten la fiesta.
“La familia no se va de viaje por participar”, cuenta Bazurto, de 84 años.
Todos los gastos que demanda la fiesta son financiados por la familia y la participación no tiene costo para los fieles que se unen a este tradición.
Almeida ayuda a organizar el evento a su abuela desde hace siete años y cada edición busca agregar algo novedoso a las alegorías, con ideas que trae de su tierra Caluma (Bolívar). (I)
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