De entrada, los tres advierten que no quieren “exportar recetas” para concretar procesos de “unidad política”. Pero los dirigentes políticos venezolanos Jesús (Chuo) Torrealba, María Corina Machado y Ángel Alvarado sí aceptan hacer algunas reflexiones sobre el camino que recorrió la oposición en su país hasta conformar la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que ganó la mayoría de la Asamblea en diciembre pasado, echando abajo la hegemonía de 17 años del chavismo.

La MUD aglutina, al momento, a más de diez organizaciones políticas de tendencias variadas que alcanzaron 109 escaños.

Torrealba es secretario de la MUD; Machado fue destituida como congresista el año pasado y es líder del partido Vente Venezuela; y Alvarado es uno de los 33 diputados que lograron el partido Primero Justicia (cuyo líder es el excandidato presidencial Henrique Capriles).

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Los tres se reunieron esta semana en Caracas con el precandidato presidencial de CREO, Guillermo Lasso, quien dijo que los visitaba para conocer su experiencia. Pero todos coincidieron en que están abiertos a conversar con otros sectores políticos ecuatorianos.

En Ecuador hay por lo menos tres frentes que han hablado de acuerdos políticos: Compromiso Ecuador, que encabeza Lasso y que originalmente se formó para impulsar una consulta popular contra las enmiendas constitucionales; la ‘Unidad’, que lideran el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, y el prefecto de Azuay, Paúl Carrasco, que busca una mayoría en la próxima Asamblea; y la dirigencia de Pachakutik, que invitó a grupos sociales y políticos a un diálogo en esta semana, el cual se suspendió luego de incidentes entre asistentes.

Los venezolanos dicen que, primero, las agrupaciones políticas deben tener claro que estos procesos son ‘largos’, ‘complejos’ y hasta ‘amargos’.

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Largos, aseguran, porque toma tiempo que los políticos entiendan que es necesario anteponer una visión compartida del país a los intereses particulares para armar una agenda mínima de coincidencias y poner candidaturas únicas.

En su caso, el diálogo comenzó hace unos catorce años, con lo que se denominó Coordinadora Democrática, donde confluían partidos y movimientos políticos, ONG y gremios. Pero la MUD se constituyó formalmente en el 2009, publica su página web.

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“La unidad debe entenderse no solo como una suma aritmética de votos para lograr una victoria electoral, sino como una medida para contrarrestar proyectos totalitarios”, dice el secretario de la Mesa.

Complejos, señalan, porque hay “grandes diferencias” internas que suelen ser difíciles de superar. “Hay un objetivo común que es lograr la transición a la democracia, las diferencias vienen en cómo y cuándo”, dice Machado, quien recuerda que al inicio de los acercamientos había grupos que planteaban llegar al poder solo por la vía electoral, mientras que otros, como el suyo, pensaban que además debían hacer “presión de calle”.

Tales diferencias persisten en la actual Asamblea, admite la política. Unos creen que primero hay que hacer reformas políticas o económicas para ‘desmontar’ el chavismo; otros, que el trabajo debe ser simultáneo.

Y amargos, añaden, porque en el trayecto se enfrentan muchas derrotas y se hacen “sacrificios”, especialmente de candidaturas. “A veces es necesario experimentar las consecuencias de la no unidad. Si se va a una elección divididos y se pierde una y otra vez, es difícil justificar la persistencia en la división si el resultado es la derrota”, indica Torrealba, quien agrega que a los políticos –como si fuesen niños– les toca ‘madurar’, aprender a “postergar la gratificación”.

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Ya constituida, la MUD funciona con un ‘método’ que les permite generar programas de gobierno, candidaturas y estrategias únicas “dentro de la diversidad”, explica Alvarado.

Por ejemplo, las candidaturas se deciden así: si solo hay un aspirante, se llegan a acuerdos; pero si hay varios, se hacen primarias o se utilizan encuestas.

En el 2013, Capriles fue el primer candidato presidencial único de la oposición. Enfrentó a Nicolás Maduro.

Las posturas políticas, asimismo, se deciden por consenso. “Si un tema no tiene aceptación de todos, no se lo pone en la agenda política”, cuenta Alvarado, y agrega que tratan de “trabajar en las coincidencias”, ya que “son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan” tras ese camino que ellos han definido como largo, complejo y amargo. (I)