María Rosa (Pepé) Carrión es hija de Benjamín Carrión, quien ideó e impulsó la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CEE). Nació en Francia, estudió en Ecuador y EE.UU. y ha escrito sobre las memorias de su familia. Ahora, jubilada y con 86 años, habla del ideal de su padre y de lo que, a su criterio, podría implicar para esa institución la aprobación del proyecto de Ley de Cultura que desde el 2009 está en análisis en la Asamblea, la que, al interpretar el dictamen constitucional de la formación de un Sistema Nacional de Cultura, señala que pasaría a regirse por el ministerio del ramo. El ministro de Cultura, Guillaume Long, dijo en agosto pasado que no se trata de mermar la autonomía, pero que “debe ser una autonomía responsable”. El pasado 21 de enero señaló en una entrevista radial que se respetará la autonomía, la personería jurídica y las elecciones de autoridades.

¿Cómo se refería su padre, Benjamín Carrión, al entorno político vigente en la creación de la Casa de la Cultura, en la primera mitad de los años 40?
(...) En esos años 40 hubo una guerra idiota del Ecuador contra Perú. Digo idiota porque Perú y Ecuador han sido países hermanos toda la vida (...), perdimos 200 mil km² y más que los 200 mil km² fue una guerra tan cruel que dividió etnias de la Amazonía ecuatoriana, porque los secoyas quedaron la mitad del lado peruano, mitad del lado ecuatoriano; es decir, unos hermanos de un lado, unos hermanos del otro, padres de un lado, hijos del otro (...), eso fue muy fuerte y el Ecuador cayó en una depresión (...). Entonces mi papá lanzó la teoría de la Nación Pequeña, que al ser un país pequeño, no importaba no tener fuerza militar, ni económica, pero sí podíamos ser una fuerza cultural (...), una potencia cultural, porque para eso nos daba la historia, y creó la Casa de la Cultura.

El doctor Carlos Arroyo del Río había creado en 1943 el Instituto Cultural Ecuatoriano, que inició, por ejemplo, con la publicación de obras de escritores ecuatorianos, pero al año siguiente, en el 44, el doctor Velasco Ibarra vuelve a crear dicha entidad cambiándole el nombre por el de Casa de la Cultura.
Eso es una cosa que dicen los señores partidarios del presidente (de la República) Arroyo del Río, que fue el culpable de la guerra, mi papá no tenía nada que ver con esa cosa, él creó por su cuenta originalmente la Casa de la Cultura, cuyo presidente (de la República), que era Velasco Ibarra, que incluso de la tendencia de derecha, estuvo de acuerdo y se entusiasmó mucho, hizo el decreto de fundación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

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¿Cuál era la concepción de su padre sobre esta entidad?
Era para ayudar, favorecer a todos los entes culturales, que el Ecuador sea un país con buenos escritores, buenos pintores, ayudar a la música, a todo lo que significa la cultura de un país, sin preocuparse de la parte militar, ni económica, ni nada (...). Fue una gestión muy importante la creación porque no solo le dio carácter a esta Casa de la Cultura en Ecuador, sino que incluso fue copiada por otros países...

¿Ud. sabe en qué estado está la propuesta del Gobierno de crear el Sistema Nacional de Cultura, la Ley de Cultura?
Bueno, creo que está muy avanzado, quieren que la Casa de la Cultura sea una dependencia del Ministerio de Cultura, entonces pierde la autonomía, es decir, pierde todo su carácter para lo que fue fundada.

¿Se supone que lo que pasaría es que se suprima la matriz (ahora el Ministerio está a favor de conservarla) y se mantendría el núcleo de Pichincha?
El núcleo de Pichincha, que nunca ha existido, porque esa es la matriz, los núcleos son los provinciales, que son como veinte y tantos núcleos provinciales, pero al perder esta autonomía, la Casa de la Cultura pasaría a ser un departamento cualquiera del Ministerio de Cultura.

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Esta propuesta –se ha dicho– ya tiene un origen en el art. 378 de la Constitución, en la que se habla del Sistema Nacional de Cultura y que el Estado ejercería la rectoría. Cuando se aprobó, ¿ustedes advirtieron que podría darse este tipo de problemas?
A mí nunca se me ocurrió porque es un absurdo, es una locura pensar que escritores, pintores y artistas en general sean pagados por el Estado, sean subvencionados por el Estado y que un escritor, siempre es crítico, debe tener el derecho a criticar al Gobierno (...); no puede ser que los pintores, por ejemplo, Eduardo Kingman es muy crítico, él se dio cuenta del problema de los indígenas, lo mismo (Oswaldo) Guayasamín, entonces esos pintores de ahora en adelante tendrían que ser supeditados al Gobierno de turno, es un absurdo.

Tal vez la Casa de la Cultura era un concepto necesario en la época de su creación y en los años siguientes, pero en la actualidad, ¿no serían posibles otras estructuras?
Podría ser que se pueda hacer una reingeniería de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, pero la idea principal, la de su fundador que fue Benjamín Carrión, no puede ser cambiada, porque es una Casa de la Cultura independiente, autónoma, para que sus allegados, sus escritores, sus pensadores, los creadores que se acerquen allá hagan lo que ellos piensan que deben hacer, sin que el Gobierno interfiera. No puede darles una línea, es decir, ahora ustedes van a escribir de acuerdo a lo que el Gobierno es y quiere; no puede ser. El escritor escribe lo que a él le parece, es lo mismo que con la prensa, la prensa tiene que ser libre, el periodista tiene que decir lo que él piensa, informar al público lo que está pasando, pero si todos van a estar dominados por el Gobierno, ya sea por este o por el que venga mañana o después, de ser así, la Casa de la Cultura pierde absolutamente todo su sentido de existir.

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¿Cree que podría haber una imposición de la visión del Gobierno?
Va a haber una imposición, claro, si pierde la autonomía el Gobierno se adueña de los ideales de la gente. Creo que van a dejar de escribir, y van a dejar de pintar, en ese sentido.

¿Hay alguna responsabilidad de los gestores culturales y de la propia CCE en estos cambios que se plantean?
En realidad la Casa de la Cultura posiblemente se ha salido un poquito de los márgenes. Ahora entiendo que la Casa de la Cultura tiene un presidente completamente favorable al Gobierno actual, entonces pueda ser también que gasten mucho, que cueste mucho, que haya demasiados empleados, pero eso es cuestión de hacer una reingeniería, no quitarle su esencia, que es la autonomía.

Uno de los argumentos del Gobierno es que existe mucha dispersión sobre el tema cultural, se habla de que hay cerca de 19 leyes.
Pero es que dentro de la cultura no puede haber demasiadas leyes, tiene que haber la Ley de Cultura, que incumbe al Ministerio de Cultura, y la Casa de la Cultura, que es autónoma con sus propias decisiones.

En una entrevista usted dijo que si se borra la autonomía se le debería cambiar el nombre de Benjamín Carrión a la CCE, porque esa no fue la lucha de su padre. ¿Mantiene esa postura?
...Absolutamente. Por eso digo la Casa se muere, deja de ser la Casa de la Cultura. (I)

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... Otro Guayasamín, otro Kingman, otro Viteri muy difícilmente van a salir si es que el Gobierno les dice: Pinten un cuadro que a mí me guste. No pues, el pintor tiene que pintar lo que él siente...”.