La casa del ministro de Propaganda del Tercer Reich, el nazi Joseph Goebbels, es una carga para su actual propietario, la ciudad de Berlín, que renunció a venderla por miedo a que caiga "en malas manos".

El pasado de la vivienda es un engorro para el Fondo Inmobiliario de Berlín (BIM) que administra los edificios propiedad de la ciudad. Por eso quiere mantener el control sobre la vivienda a través de un alquiler de larga duración o un contrato de gestión.

"Temo realmente que se convierta en un lugar de peregrinación para los nazis y no creo que debamos correr ese riesgo", declaró la directora general del BIM, Birgit Möhring.

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Uso de la vivienda

Goebbels lo usaba como "casa de campo". Está perdido entre bosques en Brandeburgo, a orillas del pequeño lago de Constanza, "un lugar de retiro lejos del tumulto de la ciudad" de Berlín, a 40 km, explicó a la AFP Christian Breitkreutz, responsable de comunicación del fondo.

La ciudad ofreció al ministro en 1936 el terreno y una pequeña casa. Él quedó prendado por el entorno y más tarde se hizo construir una mansión más grande, gracias a la financiación de la UFA, la sociedad de producción cinematográfica en la que reinaba como amo y señor.

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El lujoso edificio en forma de U contaba con una sala de cine privada y estancias espaciosas con vistas al lago en las que Goebbels disfrutaba recibiendo a estrellas, personalidades y amantes.

De aquel entonces quedan los ventanales y los mármoles, y también algunas estancias intactas, como el cuarto de baño y lo que se cree que era la biblioteca, afirma Roberto Müller, portero del lugar desde 1984.

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Pero la falta de uso, la humedad y el frío cortante del lugar hicieron mella en la vivienda.

Intentos de venta

En los últimos años, el Fondo Inmobiliario de Berlín ha intentado vender el edificio varias veces. La última de ellas, a través de una licitación, se saldó con un fracaso en diciembre, por falta de ofertas, explicó Möhring, quien terminó tirando la toalla.

La "villa Goebbels" es un obstáculo añadido para el uso de otro vestigio local de la tumultuosa historia de Alemania por hallarse en el perímetro de un complejo construido después de la guerra por las autoridades de la RDA.

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En medio del bosque, estos edificios construidos al más puro estilo estalinista al comienzo de la década de 1950 albergaban el centro de formación de los dirigentes de la Juventud Libre Alemana (FDJ, la organización juvenil comunista de la Alemania del Este). También se alojaron en ellos sus homólogos de partidos comunistas de Vietnam, Cuba, África y Europa.

En la época, la "villa Goebbels" servía como supermercado para los estudiantes y de guardería, recuerda Müller.

En total, los cuatro principales edificios construidos después de la guerra representan unos 1.400 m2 de salones, salas de conferencia y espacios de recepción que sufrieron la inexorable degradación del tiempo.

Futuro de la villa

"Actualmente no hay calefacción, ni agua corriente, las fachadas tienen desperfectos, los tejados están en parte en ruinas, y en el interior, también hay mucho por hacer", estima Möhring, consciente de los elevados gastos que conllevaría una remodelación.

La directora general del BIM considera, no obstante, que existe un futuro para esta villa fantasma que solo se usa para rodajes de películas, y aún así pocas veces.

"Lo que interesa verdaderamente es que alguien se presente con un concepto inteligente para reutilizar (en alguiler o gestión) estos lugares cargados de historia", prosigue Möhring. Se refiere, por ejemplo, a un centro de formación continua o una estructura hotelera, dos opciones para las que ya se han establecido contactos con inversores.

Queda el problema de la "villa Goebbels" que, como los cuatro edificios principales de la universidad comunista, está clasificada como monumento histórico.

Para quitarse de encima el peso de lo que representa, Möhring es partidaria de que se le retire este estatus.

"Soy alguien que defiende absolutamente la importancia que representa en esta ciudad la posibilidad de sentir siempre y todavía la presencia de la Historia", dice. "Pero en mi opinión, hay que preguntarse si es sensato mantener algunos edificios bajo el estatus de monumento histórico...". Si se levantara, Möhring optaría por una solución radical: la demolición. (I)