La Casa del Ángel, propiedad de la familia Loján Celi, adquirida en 2014 y luego de una restauración que duró 7 meses, es ahora un ícono de la arquitectura y buen diseño en el centro de la capital lojana.

“La idea fue siempre reestructurar toda la casa, restaurarla, pues fue construida en 1904 y desde aquella época no había sido intervenida en lo más mínimo. Al segundo piso era imposible subir porque estaba todo en malas condiciones”, dice el propietario Juan Loján, quien agrega que la construcción original fue hecha con adobe, tapia y bareque, pero “lamentablemente nunca recibió mantenimiento”.

“Cuando llovía, era igual afuera que adentro, así que empezamos con la remodelación”, comenta Loján, quien refiere que ‘nunca’ se les ocurrió la idea de demoler la casa y hacer un edificio moderno. “Las puertas que habían de landfor las cambiamos por madera”, dice.

Publicidad

La Casa del Ángel está ubicada en la esquina de la calles Bolívar y Azuay, en el centro de la ciudad, a una cuadra de la Plaza San Sebastián. Tiene 330 metros cuadrados de terreno y 640 metros cuadrados de construcción, en donde funcionan cinco locales comerciales, una cafetería interna y cinco oficinas.

Los trabajos de restauración estuvieron a cargo del arquitecto Patricio Villa.

En una de sus paredes se diseñó la escultura de un ángel, bajo la dirección del artista plástico Bayardo Cuenca, que fue creada como un homenaje a su esposa fallecida, Jhony Celi, y a su suegro Abraham Celi, comenta Loján.

Publicidad

Para la restauración se han mantenido las paredes originales (adobe, tapia), pero se ha incluido también nueva madera (pituca, seique), estructura de metal y mármol.

Loján es un conocido comerciante en la ciudad que tiene en el casco central un almacén de ropa. Es viudo, pues su esposa falleció hace 12 años, producto de una enfermedad terminal. El dice estar agradecido por el premio otorgado por el Municipio “a la mejor restauración del casco colonial”, que fue entregado en diciembre pasado. Dice que significa un reconocimiento al trabajo esforzado de la familia y de todos quienes han contribuido en la restauración. “He sido comerciante durante 25 años en mi ciudad, y para mí ha sido un gusto devolverle a Loja, lo que esta ciudad ha hecho por mi”, expresa y agrega que la idea es mantener la casa, más no venderla para pasarla de generación en generación. (I)