Amanecieron a remover los escombros en busca de algún objeto que haya soportado el fuego que la noche del pasado jueves consumió nueve casas de la cooperativa Jacobito Bucaram, sector isla Trinitaria, en el sur de Guayaquil.

Pero solo hallaron electrodomésticos chamuscados, planchas de zinc retorcidas, cuadernos y libros quemados, y palos ennegrecidos por las llamas.

A pocos metros del sitio está Maryorie Vivero, de 23 años, observando cómo algunos damnificados escarban entre los residuos. Mientras se soba la barriga de siete meses de gestación, recuerda que cuando se inició el incendio lo único que hizo fue tomar a sus hijas de 4 y 6 años y salir corriendo.

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Vivero dice que no tuvo tiempo para rescatar siquiera la ropa de sus pequeñas. “No podíamos entrar a hacer nada, el piso estaba caliente, a pesar de que era de madera”, sostiene.

Aunque las autoridades aún no emiten un informe sobre las causas del incendio, Vivero asegura que fue producto de un cortocircuito. Y lo corrobora otra de las perjudicadas, Lupe Esterilla, quien también perdió su vivienda de caña.

Ella asegura que antes del incendio se produjo una variación de voltaje que se reflejó en una baja intensidad en los focos de su domicilio y en el televisor. Cuando salió a ver qué ocurrió, se encontró con las llamas.

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Ayer, personal de la Empresa Eléctrica de Guayaquil constató que en la zona de la tragedia hay conexiones eléctricas artesanales y clandestinas. Incluso, desbarató algunos puntos que generaban riesgos.

Los moradores de la zona contaron que estaban durmiendo, unos, y merendando, otros, cuando escucharon gritar: “¡Incendio! ¡Incendio!”. Enseguida, sin siquiera haber establecido un plan de contingencia, se unieron para tratar de apagar las llamas. Pero fue imposible.

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El incendio comenzó en la casa de Bistmar Pineda Tenorio, de construcción mixta (caña y bloque), pero nadie había en ella. Cuando él llegó al sitio, después de que lo alertaron, todo era escombros humeantes.

Gabriel Solís Araujo, de 25 años, cuenta que un gran número de personas llegaron con baldes de agua, otros con mangueras, para evitar la propagación del fuego. No obstante, el estallido de un tanque de gas de uso doméstico les restó toda posibilidad de sofocar.

Cuando los bomberos llegaron al lugar, cuenta la mayoría de perjudicados, ya las viviendas estaba incineradas. Trece familias quedaron en la calle; algunas de ellas vivían en una misma casa.

Personal del Ministerio de Inclusión Económica y Social, de la Secretaría de Gestión de Riesgo, de la Gobernación del Guayas y del Municipio de Guayaquil contabilizaron 47 damnificados: 24 adultos, 2 adultos mayores, 2 discapacitados y 19 niños y adolescentes.

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Ayer, tanto el Ministerio de Salud Pública como la Alcaldía colocaron carpas médicas para atender a los habitantes de la zona. También regalaron víveres, colchones, sábanas, y se analiza de qué manera se repondrán las casas. (I)

Recién había llegado de trabajar vendiendo coco, cuando escuché que la vecina gritaba: ‘Corre, corre’, y solo alcancé a sacar la cama y el colchón, toda mi ropa se quemó.José Benavides, 56 años