El contingente de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) avanzaba en dos camiones militares; el de Policía Nacional en un bus, otros compañeros iban en una camioneta; otros, en motocicletas. Seguían al personal de la Secretaría Técnica de Prevención de Asentamientos Humanos Irregulares, que en carros livianos se adentraba a la cooperativa Realidad de Dios, en Monte Sinaí, en el noroeste.

El convoy incluía un volquete y una excavadora. Su paso alertó a los habitantes de ese vecindario de casas de caña, caminos arcillosos, de conexiones eléctricas artesanales y que depende de tanqueros para proveerse de agua y de motocicletas para que los pasajeros lleguen a la av. Monte Sinaí y tomen buses.

Las viviendas recién levantadas en una ladera eran el objetivo. El oficial de la FAE, a cargo del contingente militar, dijo a su gente que la misión era derrocar casas. “Nos ampara el decreto y estamos con la Fiscalía”, les indicó y fue así que empezaron a caer las estructuras ya desocupadas por los posesionarios.

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De eso se encargaron los uniformados porque ni el volquete ni la excavadora subieron a la ladera. En el llano, estas máquinas sí han entrado en acción.

No hubo resistencia de los afectados, sí en ellos desconcierto y resignación. Diana Moreira esperaba que su esposo llegara de Daule para asegurarse de no perder los palos, paredes de caña y planchas de zinc de lo que fue su casa durante tres meses. Fue notificada, dijo, un día antes.

Los militares, o más bien César Abad, secretario técnico de Prevención de Asentamientos Humanos Irregulares, aceptó que algunos posesionarios desbaratasen sus casas de caña a cuenta propia. Cristina Montalvo estuvo en aquel grupo.

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“Dios sabe por qué hace las cosas, a lo mejor tiene algo mejor para mí”, dijo afligida, pero aceptando que estaba en una zona de riesgo, porque, señaló, vio que un riachuelo corría por debajo de su vivienda cuando llovió hace pocos días.

Notificada un día antes del desalojo, según ella, había llevado sus enseres a casa de un hermano, en la misma cooperativa Realidad de Dios. En la vivienda que debía desarmar, tenía seis meses. Comentó que pagó supuestamente $ 200 por el predio, en el 2009, que era madre soltera de tres hijos y que se sustentaba vendiendo agua embotellada en la entrada de la 8.

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Abad dijo que iban a seguir notificando a posesionarios que hayan recién levantado casas. “Vamos a estar en Realidad de Dios, 26 de Agosto, Trinidad de Dios y otros sectores haciendo los operativos de control correspondientes”, sostuvo.

Señaló que las puertas de la Secretaría estaban abiertas para recibir a los posesionarios en pro de que estos puedan tramitar techos propios a través del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi).

Con barras, los militares desprendieron las paredes de caña. Moreira, Vilma Quimí y una joven embarazada seguían las incidencias sollozando por perder sus estructuras. Esta última ya no pudo contenerse y lloró con el desplome, y consecuente estruendo, de lo que fue su casa, de cuyo desmontaje había participado el padre de su hijo, en un esfuerzo por recuperar casi intactos los materiales.

De acuerdo con posesionarios, en Realidad de Dios hubo un censo del Gobierno y otro del Municipio. Sin embargo, admitieron que no recibieron promesas de legalización. (I)

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“Entiendo la necesidad de las personas (por tener casa), pero no podemos permitir que la irresponsabilidad y el desorden nos ganen.César Abad, secretario técnico de Prevención de Asentamientos Humanos Irregulares