A medida que el 2015 llegaba a su fin, muchos decían adiós a un año marcado por los ataques que sacudieron naciones enteras y dejaron los nervios a flor de piel. Así, varias naciones recibieron el nuevo año con un importante operativo de seguridad desplegado en sus principales ciudades, particularmente en Europa, frente al riesgo de nuevos atentados, después de los mortíferos ataques del 13 de noviembre pasado en París.

El primer gran espectáculo de Año Nuevo, a causa de la diferencia horaria, fue en Australia. Ahí el derroche de efectos pirotécnicos se vio por encima del icónico puente de la bahía de Sídney y de su ópera.

Por estos festejos se desembolsaron 7 millones de dólares australianos para 12 minutos de espectáculo. “Esto mejora cada año”, dijo el alcalde de Sídney, Clover Moore. En total, siete toneladas de artilugios pirotécnicos iluminaron el cielo de esta ciudad australiana.

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En Bruselas (Bélgica), las celebraciones fueron anuladas después de que seis personas fueron detenidas ayer por amenazas de atacar la ciudad durante las fiestas de fin de año.

En París, la capital francesa, aún en estado de shock por las masacres del 13 de noviembre, que dejaron 130 muertos, se hizo un enorme despliegue policial y militar para la noche de San Silvestre y se prohibieron los espectáculos artificiales.

En Asia, en Oriente Medio, en África, en Europa y en América, millones de personas celebraban en las calles las doce campanadas de medianoche entre fuegos artificiales, conciertos y espectáculos de luces.

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Hong Kong, Pekín, Singapur y otras ciudades asiáticas intentaron ponerse al nivel de Sídney. En cambio, la velada fue muy sobria en la sultanía de Brunéi, donde las autoridades prohibieron cualquier celebración de fin de año por una concepción de la ley islámica.

En Río de Janeiro, la playa de Copacabana esperaba a dos millones de personas para comenzar un 2016 con las expectativas puestas en los Juegos Olímpicos, los primeros en América del Sur. (I)